blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

ESTHER CASADO: “Ser moderna es ser libre”






Ni es poeta ni escritora. Pero igual que Gertrude Stain en el Paris de principios del siglo XX, Esther Casado es una figura clave en el ambiente artístico y cultural de la Córdoba de su tiempo. Empresaria energética que siempre tiene respuesta para lo último en música, publicidad, diseño y tendencias, lleva 21 años al frente de Zum...

MEJOR CANTAR QUE PENSAR






Formación: Bebe (voz y guitarra), Carlos Sánchez (batería y percusión), Pablo Novoa (guitarra solista y piano).
Lugar: Gran Teatro. Viernes 2 de noviembre.




No sé bien si por su concierto de hace seis meses en la sala Metrópolis o porque la gente no tiene un céntimo en la tercera provincia con más paro de España o porque Bebe da miedo, el caso es que la extremeña no llenó el Gran Teatro el pasado viernes. Venía suavita, en acústico, dispuesta a no chillar sus canciones sino a desnudarlas y tocarlas como si estuviera en el sofá de casa. El resultado fue un concierto raro, bonito y con tanto carácter como ella.
Tout les garçons et les filles en la voz de Françoise Hardy fue la canción escogida para los créditos mientras se iluminaba un escenario con guitarras, piano y percusión, más un pequeño xilófono al lado de la cantante que sonaba a caja de música. A guitarra y voz Bebe rasgó la noche con Me enseñará , y entre sus oh ah oh, ya en los primeros acordes, nos descubrimos ante el maestro que la acompañaba: Pablo Novoa (ex Golpes Bajos), un músico “más fino que el coral” según la extremeña, que aportó swing , distinción y aun más personalidad a esta nueva dimensión de las canciones de Bebe. Uno de esos músicos en la sombra que, como los grandes secundarios en el cine, es capaz de comerse a la estrella sin pretenderlo. Pero él, acostumbrado como estuvo a Germán Coppini, en vez de arrogarse a su enorme talento, se pasó el concierto defendiendo musicalmente a la artista, haciéndola sentir cómoda, acompañándola y viviendo sus canciones tanto como ella. Un grande.
Y mientras Bebe arrastraba su voz dándole la vuelta a temas de aquí y de allá. De su nuevo disco Un poquito de rocanrol ,...

MIRA QUÉ BONITA ERA




El cuadro del título, de Julio Romero de Torres, procura su iconografía funeraria a ‘Mundamortis’, las jornadas de muerte celebradas estos días en Monturque, un pueblo que da una lección sobre cómo explotar sus potencialidades. La influencia de Romero de Torres también planea sobre otro melodrama gótico: los fotogramas de esa maravilla muda en blanco y negro llamada ‘Blancanieves’, que aspira a conquistar a los académicos hollywoodienses recreando la Andalucía misteriosa y sensual de los cuadros del pintor cordobés , mientras cuenta un cuento clásico desde el tipismo español.
Su director, el vasco Pablo Berger, compró hace unos años en la calle Deanes unos zapatos de gitana, rojos con lunares blancos, para su hija, que son clavaditos a los de Carmencita en la película. Pasaba en Córdoba unos días participando en Eutopía –aquel festival que procuraba talleres y encuentros de cine, Festival de Cine Instantáneo y mucho más ¿ahora perdido?- y ya le rondaba esta obra mayúscula y esteta. Una película  cuyos planos no tienen ni a Mornau ni a Stroheim ni a Tod Browning como guías, sino el cuadro ‘La siesta’ para recrear la casa de Carmencita y su abuela; a ‘Carmen con el clavel rojo’ inspirando a la coplera Carmen de Triana/Inma Cuesta o a ‘Diana’ acompañada del galgo Pacheco o la mantilla de ‘La Saeta’ iluminando a esa grandiosa madrastra/Maribel Verdú.



PIEDRAS


Que no haya dinero ni para las piedras lo entendemos. Pero aquí resulta difícil de comprender que sigamos obsesionados con inexistentes edificios del porvenir mientras se cae a pedazos nuestra historia arquitectónica y arqueológica. Dice poco y malo de la cultura cordobesa actual que hayamos olvidado inmuebles por los que pasamos a menudo y cuyas ruinosas piedras relatan nuestra historia. Construcciones por las que otras ciudades matarían para adecuarlas a usos contemporáneos. En el casco histórico tenemos un caso incontestable por simbólico: Santa Clara.
En el centro de la calle Rey Heredia se halla este edificio que guarda la historia de la ciudad tras sus muros heridos y por el que pasan al día cientos de turistas. Fue iglesia tardo-romana en el siglo VI,  mezquita en la época califal y convento mudéjar en el XIV, el primero femenino de la ciudad. Un espacio complejo por su mixtura, laberinto de incógnitas y detalles. Como muestra un maravilloso artesonado del siglo XVI instalado en el  XVIII en su coro alto, cuya procedencia es un misterio. Los expertos aseguran que este edificio posee la estratigrafía histórica más profunda de Córdoba y por eso Santa Clara iba a ser destinado a Museo de la Ciudad. Que levante la mano quien haya vuelto a saber sobre tan razonable proyecto.
Olvidos como el de este edificio llenan a Córdoba de sombras. La convierten en un recuerdo de lo que fue. El abandono de Santa Clara no sólo es físico, sino que también ha afectado a su estudio, al prevalecer su historia cristiana sobre las demás, que de eso aquí sabemos un rato. Tanto, que el alcalde Julio Anguita entregó las llaves del convento en 1981 a la comunidad musulmana para que usase el edificio. Aquello lo enfrentó con el Obispo Infantes Florido, quien le hizo escribir aquella frase histórica de “yo soy su alcalde pero usted no es mi obispo”. Ya ven si dejásemos hablar a las piedras. Por ahora, a éstas solo las escuchan los gatos, las ratas y las raíces de higuera que habitan en Santa Clara.