blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

LA BURLA INEXTINGUIBLE












“Opinar acerca de un escritor clásico es cosa fácil”, decía Cernuda. Lo sostienen siglos de valoraciones. A ello habría que añadir que en ciertos lugares, hay clásicos que son opinables aunque no se hayan leído, como ocurre en Córdoba con Góngora. En su ciudad, don Luis tiene que conformarse con ser un personaje ilustre que sirve para nombrar una calle de ‘shopping night’ sin que durante cuatro siglos se haya creado una sola institución que gravite en torno a su figura. El poeta –considerado el mejor de los españoles por Harold Bloom– tendría que haber sido un escritor o artista menor para que esto ocurriese. Y a eso se le llama miopía hiperlocal. O, más bien, una burla.

Sobre Góngora prevalecen las leyendas urbanas y la ignorancia frente a unos pocos que han querido aprender su idioma en las calles donde volaban de mano en mano sus manuscritos en el XVII. A pesar de ello, la muestra en la Biblioteca Nacional ‘Góngora. La estrella inextinguible (-)’ y la revelación de un texto inédito, escrito de su puño y letra, emergen como un acontecimiento gigante. Un refugio gozoso en una semana de desmoronamiento general. Pensemos en la que se hubiese liado en cualquier otra ciudad que considerase a Góngora algo suyo con semejante noticia. Aquí, habrá que ponerle velas a su retrato...

EN BLANCO














Sonaba raro por el descompás. Cuando cayó la primavera intuimos que con ella caería la Noche Blanca del Flamenco, cita de la que nadie decía esta boca es mía. Normal: no había un euro. Pero de repente, llega el anuncio: Kiko Veneno, Duquende, Tomatito, Estrella Morente y muchos más. Ole. Flamencos de altura en el firmamento de una gran noche al raso y al compás, cuya edición 2012 enlaza con la primera que acogió la ciudad -en junio del 2008- por su homenaje a Camarón.

Sonó más raro aún cuando un cobarde negro sobre blanco en un ’email’, una nota en donde no se mira a los ojos de nadie, anunciaba que ya estaban “a la venta” las entradas para Estrella Morente en la Axerquía. Ole. Un titular sin mucha más explicación que hace caer de un plumazo La Noche Blanca del Flamenco en Córdoba al excluirla de la espiral europea de Noches en Blanco, que llenan de actividades culturales y gratuitas una ciudad durante toda una noche. Nos podrá gustar más o menos el concepto de gran banquete por unas horas y dieta el resto del año, pero Córdoba había creado con ella una marca...

UN BAÑISTA



El hombre río se mecía tranquilamente flotando sobre las aguas del Guadalquivir. El bañista –la nueva escultura espontánea de Miraflores, ese lugar- es su antítesis: está en tensión, activado y pillado justo en el momento de lanzarse al agua, sin importarle si el río lleva mucha o poca. Ambas acciones artísticas son la metáfora de una ciudad en dos tiempos. Las dos esculturas conforman la repuesta del arte callejero a la parte más institucional y alejada de la realidad de esta ciudad. La que prefiere coronar vírgenes y entregar trofeos de dominó (ambos actos en la agenda de los políticos este fin de semana), antes que pisar el suelo real de 2012.


Como el bañista, Córdoba puede vestir un traje de baño de principios del siglo XX, pero irremediablemente ha tomado la decisión de tirarse a un agua que quién sabe dónde la arrastrará. Baste ver a los estudiantes esta semana tomando el Ayuntamiento, encerrarse en Filosofía y Letras o la actitud ciudadana de Córdoba en el aniversario del 15M. Nino y Javi, los dos hermanos argentinos papás de este bañista hiperrealista, se introdujeron en Córdoba hará unos diez años pintando murales en casas de la Magdalena. Desde entonces, han mirado a la ciudad con sus ojos del otro lado del charco y no han podido dar más en el clavo, por mucho que su pretensión no fuera esa.

El bañista está hecho de poliéster y poliuretano, pero posee una base de hierro. Como Córdoba. Reconstruida con espuma y plástico aunque con un subsuelo físico y espiritual que es cuna del humanismo Europeo. La ciudad ya le ha cogido cariño, puede que por su frescura ante el calor, aunque el temor está en que, como la escultura, Córdoba se quede congelada como en otras tantas ocasiones. Eso sí, quién más miedo ha demostrado es el alcalde queriendo encerrar al bañista en un museo o similar. Justo por lo que éste se ha revelado tan simbólico.

DRAMA QUEEN

Falete llegó conduciendo su coche hasta Córdoba. A las 11.11 pudo contarlo desde el escenario de La Axerquía: “Me he sacado el carnet”, reveló una vez finalizado el episodio del reality televisivo en el que participa y que se emitía esa misma noche, las del viernes. A lo que una de las entregadas le soltó de lo más encendida: “Falete, llévame en el coche”. Pero no fue sobre ruedas cómo nos condujo el cantante a los territorios más desgarrados de la existencia, sino a través de una tragicomedia verdaderamente inenarrable. Falete es un huracán que debe arrasar, al menos una vez, la vida de cualquiera. Igual que la prensa americana decía de Lola Flores, no se lo pierdan.

Maquillaje, rímel, uñas postizas, moldeador y pasador en el pelo, botas de tacón y un poncho de Manila multicolor, que recordaba a su admirada Chavela, para poner en escena una primera parte llena de boleros y baladas apasionadas. Aunque daba igual el género, todo lo que tocó lo convirtió en copla. Ahí estuvo “Tengo miedo” que levantó al público en emocionada ovación a la segunda canción porque no se puede cantar mejor. Lo de Falete no es ninguna broma y verlo sobre un escenario es comprobar que la copla es la verdad de la vida. Al menos de la suya. Él se cree lo que canta, lo que cuenta y lo que interpreta, convirtiendo cada tema en micro-óperas flamencas, en autobiografías de tres minutos. Se da golpes en el pecho depilado, mueve el abanico, mira a los ojos de la platea y se quita el micro de la boca para cantarle a pelo al teatro al aire libre con un torrente que llega a la cima de la Colina de los Quemados. Sin trampa ni cartón, Falete es lo que parece. Una diva de la copla que innova sin intentarlo desde el flamenco queer con Lola Flores, Rocío Jurado y Bambino como dioses de su tablao de la gloria.

“¡Pareces una mora de Córdoba!”, le gritó otra del respetable en el primer cambio de vestuario, cuando apareció Falete de rojo con lentejuelas. Mientras tanto, nos había bailado un talentazo joven llamado José María Viñas y tras él, el cantante siguió con sus amores y penas “de las güenas”, dedicándole cariño a su anfitrión en Córdoba, el maestro Mondejar y desmigando un repertorio que acudió muy poco a sus discos. Con “empaque de emperaora” se despidió de negro con “Ay pena, penita, pena”, deconstruyendo ese microcosmos tan auténtico de pluma gitana y grandeza absoluta.