blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

LA FACULTAD





































Cuando la cultura sale por la puerta el arte entra por las ventanas. La versión del proverbio viene porque, por mucho que se estén apagando los focos que nos iluminaban en la realidad anterior, hay contraventanas que se abren para dejar entrar la claridad. Como las de la galería superior de la Facultad de Filosofía y Letras, donde se ha inaugurado ‘Las Galerías del Cardenal Salazar’, un corredor abierto a las expresiones valientes de nuestro tiempo. Como la de ensamblar a dos artistas plásticos, a los que separan 40 años y su diferente manera mirar las cosas: para Juan Serrano la mirada es geométrica mientras que para Miguel Gómez Losada, posee la exhuberancia orgánica. Juntos han conseguido que la arquitectura y la naturaleza sean elementos poéticos afines en plena Judería.

Esas galerías fueron escenario en el pasado del tránsito entre el departamento de Historia del arte y el de Arqueología. Un camino sombrío en el que daba más miedo cruzarse con determinados profesores que con los fantasmas del antiguo Hospital de Agudos. Mi clase estuvo en la vieja morgue, lo que nos otorgó fascinación por la vida y el arte. Algo similar a lo que debe pasarle al decano actual de esta Facultad, quién no para de inventar buscando que el centro universitario sea un lugar vivo que transfiera no sólo conocimiento, sino contenidos culturales a la ciudad.

Nunca he sabido muy bien si Filosofía y Letras tiene el privilegio de estar en la Judería o es justo al contrario. Sin la Facultad, el barrio sería un laberinto uniforme tomado por turistas. La mezcla de éstos con carpetas, bicis, y ‘erasmus’ dan sentido a un casco patrimonio de la Humanidad en donde se aprende humanismo. Observar esos ensamblajes de cerca hace olvidar la decadencia en la que se hallan las humanidades, y ayuda a creer que quienes estudian tras esos muros serán los profesionales que nos saquen del desastre. Pura candidez. Pero suena tan bonito como los años en la Facultad.

ALEGRÍA, ARTE, BELLEZA





























Erase una mujer a una peineta pegada, érase una peineta superlativa, la peineta infinita que nunca para de evolucionar. Martirio nació con la llegada de la primavera, justo el Día de la Poesía. Por eso vino el sábado a cantar a poetas iberoamericanos a Córdoba. A rendirse ante el amor profundo, el amor ardiente, el amor tirano, como decía Góngora. El teatro que lleva el nombre del poeta a una nariz pegado sirvió de caja acústica y decorado para la cantante onubense. Aunque el verdadero amor, al público, a las canciones y a la vida lo regaló ella en plena jornada de reflexión.

Con los terremotos emocionales que la cantante lleva a cuestas y un auditorio con buen oído para el verso, Martirio reivindicó la poesía como pan para el alma paseando con su inquebrantable voz por Chile, Uruguay, México, Cuba, Lorca o Calderón al son de una guitarra, un piano y un tres cubano. Las manos de Jesús Lavilla mecieron las teclas en clave jazzística y Raúl Rodríguez rasgó el aire con sus guitarras por las composiciones de José María Vitier. Contra este tiempo terrible para la gente sensible repartieron su receta: alegría, arte y belleza. Con un invitado estrella, Vicente Núñez –quien fue amigo de la cantante vía Ginés Liébana– y un homenaje al aguilarense en A lo divino recordamos que habiendo arte no nos vamos a amargar nunca.
El buen hacer de la artista, su impecable forma de decir los textos, de cantarlos, su voz serena, imprimiendo a cada estrofa la justa intención y su gracia al dirigirse al respetable desembocaron, cómo no, en coplas. Esos recuerdos del pasado con olores y paisajes, un tesoro de la música popular que Martirio ha acoplado tan bien a su repertorio, descubriéndolo a una generación que no creció ni con Marifé de Triana ni con la Piquer.
Qué bien cuenta La bien pagá y cómo se desnuda y se desdobla en Ojos verdes . Las sonrisas volvieron con esas sevillanas que sólo ella sabe bordar, Las mil calorías y con el pasodoble Compuesta y sin novio . Y para acabar, un tango rioplatense: Volver ,...

FUEL POLÍGONO









































Qué te parece Fuel Fandango, pregunto a mi acompañante al concierto camino de Chinales. “Una cosa mu rara”, responde. El sabio adjetivo sintetiza una conquista sonora. La invención de un sonido nuevo –¡en estos tiempos!– que conecta a una coplera soul con bases electrónicas de gran finezza . Escucharlos es dejar que la vida te sorprenda y verlos en concierto un escalón más. La gasolina de su directo volvió a repostar el viernes en la tierra de Nita, el fandago de este fuel, con un concierto en la sala Metrópolis en el que el nervio de su puesta en escena compensó los nervios de un sonido problemático. Misterios indescifrables de la tecnología.
Abanicos y flores. Sonido de fandango en el que se cruza una base drum and bass . Nita, cordobesa y con media familia en la sala la noche del viernes, aparece en el escenario con un look mitad geisha mitad pin up . El estilo de la cantante es una metáfora del propio sonido del dúo, mezclas de tocino y velocidad que funcionan como si siempre hubieran formado parte del universo. Puede que ese sea la clave de que no cupiera un alfiler ni en Córdoba ni en la Caracol de Madrid hace unos días. El canario Ale –exMojo Project– y la cordobesa pertenecen a la generación inmediatamente posterior a aquella que tuvo amnesia del flamenco. Y aunque seguro que ellos también fueron bombardeados con música anglosajona desde pequeños, han pasado de rebelarse contra lo que escuchaban sus padres y abuelos. Simplemente han cruzado aquello y esto como si fuera la cosa más natural del mundo. Se han sacudido los complejos y lo han visto claro. El resultado es algo nada impostado que...