blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

PARADIGMA

No sabe Ramin Jahanbegloo el regalo que ha hecho a la ciudad. Ni la agencia de marketing más prestigiosa del mundo hubiera creado un lema tan efectivo como el que gratis et amore nos ha regalado este filósofo iraní residente en Toronto: “El paradigma Córdoba”. El catedrático, cuyo nombre muero por escuchar en boca del candidato anti-paradigma, explicaba el concepto en su libro “Elogio de la diversidad”, y venía a decir que para superar el miedo europeo al Islam había que recordar la tolerancia andalusí. Que la respuesta está en regresar a Córdoba.

El caso es que el lema se ha puesto de moda en la ciudad. Tanto, que el patronato de Córdoba Ciudad Cultural ha decidido integrar esta filosofía en el sprint final de la carrera a 2016. Una decisión llena de sentido común, ese que anda bajo mínimos en este sainete cordobés.

En el siglo XXI un fantasma recorre Europa, el de la intolerancia. Merkel y Cameron proclaman que el multiculturalismo en el continente ha fracasado y mire usted por donde, resulta que Córdoba es la respuesta. Aunque sea mentira, Ramin nos ha dado una llave por la que moriría San Sebastián.

Además, una cosa es lo que proyectamos y otra lo que escondemos. Nadie nos puede elogiar la diversidad hoy día. Más bien lo contrario. Por no gustarnos, no nos gustan ni los petrodólares y si pervive aquí algún paradigma es el de los Reyes Católicos. Pero da igual. Ahora todo ha de centrarse en el escaparate. Mostrarle al jurado de la Capitalidad nuestras potencialidades y de paso, labrar el camino para convertirnos en lo que queremos ser.

Por eso aplaudo inmensamente la idea de que la delegación que defienda por última vez la candidatura cordobesa en junio sea intercultural y artística. Un coro de voces no institucionales sino creativas e intelectuales. Por pedir nombres, pido a moros judíos que viven con los cristianos. A Goytisolo, a Amin Maaloof, a Yasmin Levy y, claro, a Ramin.

Que vivan los paradigmas. Aunque pierdan.





CELOSÍAS



Existe un espacio en el interior la Mezquita con una luz diferente. Una claridad tamizada que flota en el espacio más antiguo del templo, el de las primeras naves de Abderraman I. Ello se debe a la única intervención artística contemporánea en el edificio.


En 1972 Rafael de la Hoz Arderius diseño cuatro celosías en madera basadas en otras de piedra de la época de al-Hakam II, para cubrir cuatro arcos de la fachada al patio. Un hallazgo que intuye la luz andalusí. Hoy, estas celosías continúan en su sitio. El resto de los vanos están cegados porque son testeros de altares cristianos.

Pues bien, la idea del ilustre arquitecto intenta ser tumbada de nuevo por el Cabildo y la Agrupación de cofradías al rescatar el digno plan de que todas las procesiones –o las que puedan- lleguen a la Mezquita-Catedral en Semana Santa. La pretensión es que la entrada y salida de pasos del templo sea fluida, algo lógico, pero la única solución pasa por hacer abatible, o más bien de quita y pon, la celosía del extremo poniente. Lo que oyen.

Tras padecer la primero sutil y después aplastante insistencia en negar el carácter islámico-musulmán de la Mezquita, mi grito sigue en el cielo. Si nunca hubiera realizado la perversa visita nocturna al templo o no hubiera utilizado el baño construido en el mismísimo muro de la quibla, no percibiría dirigismo. Pero visto lo visto y oído lo oído, con esa constante semántica de anulación del verdadero valor del templo, este hecho sólo me parece un nuevo despropósito. Y van demasiados. Las celosías ya estaban en 1984, cuando la Mezquita se declaró Patrimonio de la Humanidad, así que deseo que este atropello lo frene o la Comisión Provincial de Patrimonio o quien quiera que le corresponda.

De la Hoz pensaba que los obispos nunca entendieron la Mezquita y que ello ha provocado a lo largo de la historia la peor de las ruinas: La de la Idea, refiriéndose al soporte conceptual del hecho arquitectónico. Pero lo verdaderamente inmanejable es nuestra esencia sincrética. Tanta, que muchos arquitectos consideran Dios al maestro de la Hoz.

¿Y EQUIPO 57?






































En estos tiempos tan torpes resultaría inspirador tanto debate estético en la ciudad si no fuera por la falta de ética y de nobleza que dan dos hechos  a corto plazo: que haya elecciones en cero coma dos y que ahora importe la cultura en el mercadeo electoral porque se designa la Capitalidad en cero coma tres.

Pero hay un hecho aún peor: que la cultura y la creación de nuestro tiempo ha importado un pepino en la Córdoba de nuestros días, justo lo contrario de lo que importó en el presente del pasado. Y ahora, de repente y con prisas, o nos quedamos con la colección de Pilar Citoler o perdemos el tren de la modernidad. Con la de trenes que por aquí han pasado de largo.

Mucho me temo que entrar en lo contemporáneo es una cuestión de hábito y de actitud a largo plazo. Colecciones de arte hay muchas y en infinidad de lugares. Que esta sea la panacea lo tendrá que decir una valoración tan externa como rigurosa y si lo fuese, me da que una colección a secas no pone a una ciudad en el mapa de la contemporaneidad. Que sumaría, claro, pero ¿a qué precio?

Por el momento sabemos que habría que pagarle a la coleccionista el 30% del precio de la colección en un plazo de 20 años y que ella donaría el 70% restante. Habría que dotar y adecuar el lugar escogido con biblioteca, salas de depósito, además de la gestión pertinente. Y eso se llama museo. Y para hacerse con una colección y montar un museo, ¿por qué nadie ha puesto nunca tanta energía en el Equipo 57?

Si fuera visitante de Córdoba y me interesase lo contemporáneo además de lo monumental, o sea, el perfil del turista cultural de nuestro tiempo, buscaría a Espaliú y a Equipo 57. Me interesaría...

SIT TIBI TERRA LEVIS
















«Que la tierra te sea leve» Con esta poética locución los romanos despedían al difunto en sus epitafios. Muchas de estas inscripciones se conservan en la zona funeraria de nuestro Museo Arqueológico, el gran museo de la ciudad que a partir de mañana cobra una nueva dimensión con la apertura de su ampliación.


No sabría decir muy bien si se trata de un museo sobre los restos de un teatro romano o de un yacimiento del siglo I d.C. sobre el que han construido un edificio del siglo XXI. La tierra ha sido leve sobre algunas partes del antiguo coliseo de la Colonia Patricia. Asimismo, la mano contemporánea ha actuado de forma sensible a la hora de reintegrar los restos en un espacio en el que penetra, a través de los ventanales, la antigua “ochestra” hoy fosilizada en la plaza de Jerónimo Páez.

El acierto es que se trata de un edifico lleno de contenido en su interior y con un moderado exterior. Las energías no se han puesto en la representación de la arquitectura del poder, sino en la estratigrafía de la historia de la ciudad dentro de un estupendo espacio musealizado. No se ha querido que el continente se coma al contenido. Ni falta que hacía.

Ya Corduba construyó este teatro como representación del poder de su tiempo queriendo emular a Roma. Dos mil años después los restos del teatro hacen que este museo sea único en España gracias a un proyecto de integración que se puede poner en paralelo con la Cripta Balbi de Roma, el Museo Nacional Romano.

Así que a lo mejor ahora lo que se querrá es emular a este museo. O mejor aún, que en Córdoba se tome por fin conciencia del poder revalorizador de la arqueología en cualquier espacio, sea público o privado. Aun así, dudo que la ciudad posea nunca el Museo Arqueológico que merece. No puede existir un espacio tan enorme para albergar los restos que atestan el Silo ni los que están por aflorar en un subsuelo tan vivo.