El jueves plantamos micrófonos en el barrio del Cerro para hablar sobre la parte alta del Sector Sur. Nuestro particular oeste de Baltimore. Tras dos horas de palabras a pie de calle, saboreamos la acidez de nuestros prejuicios sobre una zona de la margen izquierda del Guadalquivir que simplemente conocemos mal. Por ejemplo, supimos que la droga y la delincuencia no son sus problemas, sino las consecuencias del paro y la falta de educación.
Con respecto a la droga, un cura obrero, Juan Perea y una ONG superviviente, Encuentro en la calle, ambos con actuación en la calle Torremolinos, nos dijeron que ni de lejos ese es el lugar donde se vende más droga de Córdoba y que la que se compra en sus esquinas ni siquiera posee buena calidad. Pero nada de eso importa, allí las redadas quedan mejor y tienen toda la parafernalia para que la sociedad bienpensante viva feliz en su ignorancia.
Aunque en aquel día de radio pesó más lo positivo y encontramos hasta compromisos urbanísticos con el barrio. Un grupo de arquitectos y artistas bajo el nombre de colectivo Dosymedio, exploraron hace un par de años esta zona que desconocían para descubrir sus potencialidades. Se enamoraron de sus viviendas sociales de aspecto rural y escala más humana e hicieron varias propuestas sencillas que podrían revitalizar el barrio: Peatonalizar la calle Beato Henares, vía que posee una de las mejores perspectivas con la Mezquita al fondo, o crear el balcón de Córdoba en la calle Osario Romano, una vista inédita con toda la dimensión de la ciudad, comparable al mirador granadino de san Nicolás. Nuestro propio Mulholland Drive, que bien podría convertirse en una nueva postal de Córdoba. Vayan y vean. Su versión digital está colgada en colaborativa.eu.
Lo que resta por explorar son esta clase de talentos, pocos, que se quedan en una ciudad de diáspora. Y que creamos en un barrio tan auténtico que lleva por nombre en uno de sus tramos Campo de la Verdad.
