Aún añoro el tiempo en el que soñábamos con ver el espacio situado sobre la cuadra principal de Caballerizas Reales convertido en macrosala de exposiciones. Hasta Pilar Citoler la quiso para sí, fíjense si molaba. Otro de los delirios de aquella edad de la inocencia en la que competíamos por ser Ciudad Cultural, y en la que la dicha actividad en ese espacio concreto compartiría lugar con el Centro Internacional del Caballo. Aquí paz y después gloria.

Sigo sin comprender porqué en esta ciudad siempre se sale con la suya la apuesta a caballo ganador. Jamás existe un giro de guión sobre lo esperado y/o establecido. Así que el Gobierno Municipal cederá todo el edificio de Caballerizas a Córdoba Ecuestre por un alquiler irrisorio de 605 euros al mes, una vez resuelva con el Ministerio de Defensa el asunto de la transmisión a terceros por “un error de un técnico de aquellos años” (2000, o sea, del Gobierno Municipal anterior), según un Rafael Navas que avala esta privatización en precario en nombre del liberalismo económico. Hay que ser cutre.

Lo que tampoco es ya de gestión pública son las noches del Alcázar de los Reyes Cristianos. Una privatización a media jornada. La empresa EMTE Service gestionará su ‘Espectáculo de Luz y Sonido’, lo que “redundará en la mejora y atención al turista”, según el mismo Navas, Señor de las Privatizaciones. ¿Significará todo esto que también entrarán las entidades no públicas en el ambicioso plan Alcázar-Caballerizas si se hace realidad algún día? Bienvenida sea cualquier inversión privada, pero miedo me da que se cruce la palabra gestión en el camino. Porque aquí no sé qué ocurre que todos quieren gestionar la historia y bastante tenemos ya con la Mezquita para que ahora se husmee en este centro arqueológico (las excavaciones en el patio de Mujeres, sin ir más lejos) que va desde la Córdoba bético-romana estratigráficamente hacia arriba. Y me da que esto solo es el principio. Atentos.