blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Estrella

Caricatura del dibujante y humorista granadino Antonio López Sancho (1891-1959) del Concurso de Cante Jondo de 1922 en el Patio de los Aljibes de la Alhambra.

El Concurso Nacional de Arte Flamenco es heredero del que Lorca y Falla pusieron en pie en Granada en 1922. Casi todo lo que tocamos y escuchamos posee legendarias raíces.

Marta JiménezMarta Jiménez@radiomarta

El 13 y 14 de junio de 1922 la plaza de los Aljibes de La Alhambra –decorada por Ignacio Zuloaga– acogió la única edición del Concurso de Cante Jondo granadino que pusieron en pie dos amigos llamados Lorca y Falla. Tras una larga, laboriosa e ingrata organización del mismo, el músico acabó cerrando, tal vez por reacción, la etapa netamente andaluza de su producción. Por el contrario, el poeta continuó en su profundización del mítico mundo del flamenco, en el que el individuo “comenzó a comportarse como una colectividad”. 34 años y muchos quejíos después, otro poeta llamado Ricardo Molina tuvo la buena estrella de rescatar el duende de la cita en su ciudad, Córdoba, y su Ayuntamiento de municipalizarlo a través del Gran Teatro en 1992. Conclusión: casi todo lo que tocamos y escuchamos posee legendarias raíces.

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A un dios deconocido

To an unknown god

En 2007 visité la Tate Modern en Londres y en la colección permanente de entonces encontré la obra de un solo artista español: una máscara de Espaliú

Tenemos la costumbre de no saldar las deudas con los artistas de cada tiempo. Hablo de los fundamentales, de los que han dejado huella en el universo. Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Pepe Espaliú, el creador que conceptualizó el Sida, enfermedad que se lo llevó en su ciudad, adonde vino a morir, y sin quien sería muy difícil entender los debates sobre la identidad, la sexualidad y la crítica social de los años ochenta y principios de los noventa. Saltándose la costumbre, el Ayuntamiento de Córdoba sí que supo saldar su deuda con él, creando y manteniendo un pequeño y estupendo museo con algunas de las piezas de la colección familiar. Hubiera merecido algo así como un C4 y muchas otras obras, pero es un alivio que un espacio de la ciudad lleve su nombre y guarde su obra.

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Un príncipe omeya

 

Muñoz Molina: “La delictiva catedral incrustada en ella [la Mezquita] desfigura y oscurece irreparablemente su espacio y abunda en la peor escoria de las imaginerías barrocas, como si el único propósito de quienes la construyeron hubiera sido escarnecer la convicción islámica de que la divinidad no puede ser representada sin sacrilegio”

En 1989, muy lejos aún de convertirse en Príncipe de Asturias de las Letras, Antonio Muñoz Molina caminó, leyó y se entusiasmó hasta la intoxicación durante varios meses en Córdoba. Una ciudad “para mí muy querida, pero (entonces) poco familiar”, escribió años después. El editor Rafael Borrás le había propuesto participar en la colección de la editorial Planeta “Ciudades en la Historia” con una obra sobre la Córdoba de mil años atrás, y aunque el escritor se resistió al principio, acabó publicando ‘Córdoba de los omeyas’ en una época en la que aún se sabía poco sobre Al-Andalus.

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Solares

No existe dinero para destruir nada (…) Córdoba se parece más a aquella Sevilla del 89 que a la de 2016

Marta JiménezMarta Jiménez@radiomarta

Esta semana volví a ver ‘Grupo 7’, el inmenso policíaco andaluz de Alberto Rodríguez, que, entre otras cosas, viene a revelar que el cine español no debe andar tan mal cuando en el sur se realizan películas de tanta calidad. El filme cuenta cómo Sevilla barrió de droga el centro de la ciudad en los años previos a la Expo 92. Zonas hoy tan boho-chic como la Alameda de Hércules, andaban entonces abandonadas a la prostitución y al menudeo de droga, lo que se debía a factores de todo tipo, uno de ellos el urbanístico. Por cada dos casas, había una abandonada o era directamente un solar.

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