blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Voracidad

5494373052_23d976b71e

La anterior comisión de patrimonio ya tumbó el proyecto de desmontar la celosía

Vivimos en una época de sospecha, así que me desnudaré: Me gustan las procesiones. Contemplarlas me parece una experiencia estética de primer orden que se encuentra atada a mi ADN. Que los pasos entren en la Mezquita-Catedral es de una espectacularidad intransferible a otros templos, aunque no lo viva, como tantos, desde un punto de vista confesional. Esta celebración trasciende lo religioso pese a quien pese. Dicho todo, considero una barbaridad desmontar la celosía de Rafael de la Hoz y sustituirla por otra falsa con utilidad de puerta para los pasos.

Leer más –>

Paisajes

La autenticidad de Medina Azahara pasa por el territorio donde se inserta y, por tanto, es un sitio especialmente vulnerable

El valor de lo simbólico cotiza al alza por estos lugares. La Unesco ha ayudado mucho en los últimos 30 años, incluyendo a Córdoba en sus dos listas más importantes: la de Patrimonio Mundial y la de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Somos una ciudad muy completa para el organismo europeo por el simple hecho de que ya lo éramos desde hace siglos. La espinita que nos queda es Medina Azahara. Uno de los principales campos arqueológicos medievales de Europa y excluida de la lista de Patrimonio Mundial a causa de los más de 200 chalés ilegales que acosan el conjunto. Un orgullo.

Leer más –>

¿INMATERIAL?

                                                                                                                   Eladio Osuna. CC

Decíamos ayer que desde París, Córdoba se ve al revés. Y justo desde ayer, en París también nos han descubierto inmateriales. O intangibles, porque una no acaba de enterarse si es lo uno o lo otro, la verdad. ¿Puede ser materia lo que no se puede tocar? ¿Es palpable la fiesta de los patios o lo único inmaterial es lo que simboliza? Más allá de filosofar en plan dominguero, prefiero brindar por la nueva alegría que nos ha dado la Unesco gracias al más genuino de nuestros rituales de mayo. Está muy bien que la cultura de los patios se proteja, pero no estoy tan segura de que su memoria esté tan “fosilizada” –tal y como la adjetiva el sociólogo Angel Ramírez– como creíamos. Porque frente al invasivo turismo de estos lugares floridos se encuentra la nueva situación económica.

Hace un par de mayos, mi curioso amigo Miguel, arquitecto para más señas, me mostró un desvió de la tradicional ruta de los patios. Muy cerca del cine Delicias, en san Lorenzo, en un callejón sin salida entramos en un patio que era otra callejuela en sí misma. No entraba a concurso porque no era ningún escaparate sino la realidad misma. En cada una de sus crujías había habitaciones en las que vivían familias, algunas de ellas inmigrantes. Había un baño común, con plantas aromáticas cerca, de las que se han plantado siempre en los patios cerca de las letrinas, y una cocina también única para todos los habitantes en cuya pileta, al aire libre, una mujer fregaba unos vasos. Había belleza y flores a pesar de una economía tan de posguerra. Aquello era la postal de lo que tantas veces me habían descrito mi padre y mis abuelos, nacidos y criados en patios de vecinos de San Lorenzo, esta vez hecha carne y hueso.
Me consta que este modelo de patio vecinal del siglo XXI no es el único en la Córdoba de ahora. E intuyo que habrá más con casi 50.000 parados en la capital. El progreso convirtió a los patios en feria turística y la desaceleración económica está devolviendo a muchos de ellos a su esencia tradicional. Los patios también son símbolo de la polarización de la sociedad. Por tanto, felicidades.

EL PATIO DE MI CASA





























¿Cómo hacer entender la fiesta de los patios a un señor balinés, a un estudiante serbo-croata o a un funcionario de la UNESCO? Encontrando las palabras exactas para lo inexplicable. Intentando hacer visibles las invisibilidades que encierra un patio. A los miles de pétalos que colorean las casas-patio de Córdoba les alimenta la sabia de un subsuelo kilométrico de historia. Su sedimento florece en una arquitectura popular que decidió abrir sus puertas al mundo.


Aunque la mejor definición de esos reductos de intimidad que son los patios la escribió mi amigo Antonio Manuel en su libro ‘La huella morisca’. Decía que los patios son “el órgano multifuncional de la casa: los ojos que la colman de luz, los pulmones que la llenan de aire, la boca que se abre al mundo y el cordón umbilical que la une a la tierra”. Además, los patios andalusíes fueron “un ejemplo rabiosamente contemporáneo de inteligencia ecológica por su perfecta combinación de los elementos biológicos”. Tanto, que en muchos...