Tengo serios motivos para sospechar que la ministra Sinde acabó contratando a la T.I.A. –Técnicos de Investigación Aeroterráquea– y a sus máximos responsables, Mortadelo y Filemón, para al final descubrir nada en el asunto de la Capitalidad. La misión de los agentes era aclarar la conducta de cierta persona sospechosa del panel de selección que actuó ilegalmente. Pero la conclusión es que nadie hizo nada incorrecto y que todo está tan limpio como una patena. Si alguien opina lo contrario es por aquello de los prejuicios contra Bildu, según Sinde.
MÁS DEPORTE Y MENOS LATÍN
Había una vez un ministro franquista llamado José Solís, natural de Cabra y conocido como “la sonrisa del régimen”. Él fue el autor de la totalitaria frase que encabeza este artículo. La soltó en las Cortes durante una discusión sobre los planes de educación, en la que defendía un proyecto de ley para aumentar el número de horas dedicadas al deporte en los colegios en detrimento del estudio de las lenguas clásicas. “¿Para qué sirve hoy el latín?”, preguntó el sonriente ministro. “Por de pronto, señor”, contestó Adolfo Muñoz, profesor de la Universidad Complutense y amante de la cultura, “para que a su señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa”.
LA HAZA DEL RELOJ
La Haza del Reloj es el poético nombre de un paraje. Un trozo de tierra de siembra que no se encuentra en el país de Alicia sino a 56 kilómetros de Cerro Muriano. En Espejo. Justo donde Robert Capa disparó su cámara hace hoy -o mañana o pasado, qué más da- 75 años, tomando una de las fotografías más famosas del mundo, “Muerte de un miliciano”. Primer ejemplo de fotoperiodismo y símbolo de la guerra civil española.
Si el arte de la fotografía es mostrar lo que el ojo no ve, Robert Capa y su compañera Gerda Taro revelaron al...
CABARET POP
She’s not coming home tonight (ella no volverá a casa esta noche). Estas fueron las primeras palabras entonadas por la expresiva voz de Russian Red en Córdoba. Esa noche, la del sábado, dormiría en la ciudad en la que hace tres años grabó su primer y exitoso disco, I love your glasses. Por aquel entonces, amaba técnicamente las gafas de Fernando Vacas y callejeaba por el Juramento sin ni siquiera saber que existía el teatro que la acogió en el Festival de la Guitarra. Tras romper con el sello cordobés Eureka -demasiado pequeño para un tsunami Indie como ella- pasó del amor al odio de unos pocos y a brillar de éxito hasta su segundo disco, “Fuerteventura”, que adora por encima del primero. Como decía ese primer tema del concierto “The memory is cruel”.