Medina, que quiso llamarse Mezquita “pero el nombre ya estaba cogido”
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Ustedes perdonen el regocijo. Sé que en un lugar tan muerto de miedo como éste cualquier expresión pública de júbilo resulta sospechosa, pero me voy a arriesgar: Que el Plan de Actuaciones en el Puente Romano y Entorno de la Puerta del Puente y de la Calahorra fuese reconocido con el Premio Unión Europea de Patrimonio Cultural -Europa Nostra 2014- en la categoría de conservación fue mucho. Pero que ahora opte al Premio del Público que convoca la misma organización es un “zas en toda la boca” a los que se le llenaba la misma de granito rosa y de la recién aprendida palabra pretil. Aquellos que tras el hilarante nombre de “crimen de Cuenca”, en el fondo echaban de menos las farolas de gas iluminando un puente ¡de adoquín!, ojo, y que, encima, tendrán la casa alicatada hasta las cejas.
“Hace falta que algo cambie para que todo siga igual”. Córdoba ha dinamitado la frase que escribió Lampedusa en ‘El Gatopardo’. Podría verse incluso como una especie de happening, pero ni siquiera se trata de eso, qué pena. Este es un lugar donde cualquier tímido simulacro de transformación ya es garantía de que todo permanezca tal y como estaba por los siglos de los siglos. Lo último ha sido la demolición de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, algo bueno en lo supersticioso, porque todo lo que huela a 2016 lagarto, lagarto, pero funesto en lo que simboliza.