blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

OSCURIDAD




































Si usted o yo acudimos a la Mezquita de Córdoba acompañando a un forastero  -ese término que ha vuelto a poner de moda el inclasificable anuncio radiofónico de la Caja Rural- nos darán, como saben, dos entradas con una bienvenida a “esta Santa Iglesia Catedral”. Si el forastero quiere un ticket o factura de los ocho eurazos que ha pagado por visitar el templo más insólito de occidente, le darán un justificante de grupo porque lo que se le paga a la iglesia, titular del edificio, es un “donativo”.  ¿Y si el visitante quiere desgravar el IVA? Nada de nada. El coste no tiene IVA, claro. Pero el Cabildo sí que posee un C.I.F (código de identificación fiscal) tan legal como inmoral, fruto de los progresistas acuerdos entre nuestro Estado y la Santa Sede.
Llega a mis oídos que una empresa filial de Aldeasa, Palacios y Museos S.L, gestiona la taquilla de la Mezquita de Córdoba. Llamo a su sede para verificar el dato y la respuesta es que no. A los cinco minutos...

DESVELANDO LA FUENSANTA

Tan rara es una fiesta religiosa que no proviene de una celebración pagana, como extraña es la festividad andaluza –con una virgen como titular, naturalmente– que no se rodea de paganismo. Y es que la realidad casi siempre supera a la religión. En el caso de nuestra Fuensanta esta es, por encima de todo, una fiesta de barrio. Un hecho con mucho fundamento en una ciudad monopolizada por su extenso y patrimonial casco histórico, que ve como muchos de sus barrios siguen siendo más periféricos de lo que se merecen.
La Velá se llena cada año de símbolos costumbristas para todos los públicos. Algunos son elementos históricos, otros tratan de actualizar la tradición y existe un invento contemporáneo que pretende pasar por eterno. En unos días volverá a pasear en procesión, y por segundo año, la Virgen de la Fuensanta. Antes, era la montaña la que solía acercarse a visitar a una Virgen que recibía en su santuario hasta que unos ‘capillitas’ de fuera del barrio decidieron que la imagen debía recorrerlo.
Pero respiremos. En Córdoba siempre hay dos caminos que discurren paralelos, y mientras por uno se desanda lo conseguido, por el otro se avanza. Para empezar, los vecinos de la Fuensanta y el Ayuntamiento han firmado la paz y, a pesar de la procesión, ellos vuelven a estar al mando de la programación de la Velá. Por eso este año se ha normalizado el cartel, que muestra la arquitectura del santuario frente a ese grabado del pasado año que parecía el de una novena y a ello se suma una programación de actividades que aportarán contemporaneidad al costumbrismo. Urbanismo de barrio, por ejemplo, volverá a llenar de vida el solar del antiguo cine Fuensanta con paseos urbanos, talleres de mobiliario urbano reciclado, huertos urbanos o urbanismo para niños. Eso sí, gracias al voluntariado, ya que lo religioso sigue teniendo el presupuesto que corresponde a la realidad pagana.

ESTRANGULADOS







































Había una vez un grupo de rock cordobés llamado Corazones Estrangulados. Apareció a finales de los 80 -lo formaba la andrógina voz de Eva Riquelme, el talento de Yonka Zarco y la batería de Ramón Medina, entre otros- que desapareció a mitad de los 90 por cosas de la vida. Ella, reconvertida en escultora, acabó perpetrando en Toronto la mayor estatua dedicada a Juan Pablo II en el urbi et orbi. No me pregunten por qué. Otras guitarras me han llevado estos días a sus canciones, viajando hasta una Córdoba, la del 89, en la que he recordado más cines, los mismos teatros y más salas de conciertos que en la ciudad del ahora.

Su nombre ha puesto palabras al inminente estrangulamiento cultural de lo poco que nos queda gracias al ivazo: la subida hasta el 21% del IVA sobre el precio de las entradas a salas de cine, teatros, festivales musicales, conciertos y museos privados. Un culturicidio. Ver una obra en el Gran Teatro (de los más baratos de España, menos mal) podría ponerse en más de 30€, ergo habrá  compañías que dejen de hacer giras y así hasta el infinito. Lo del cine es aun peor. Si la entrada acaba costando unos 12 € ¿quién ira al cine? ¿cuántas salas más veremos caer ? Si ya era malo ser pasto de multicines, había algo peor: una ciudad sin ellos. Como para fiarse.

En cuanto a los conciertos, clama al cielo que la llamada de un vecino a la policía quejándose de cualquier ruido excepto del de una banda de cornetas y tambores, acabe de un plumazo con la programación de cualquier sala del casco urbano. Ahora más que nunca la música y la ficción tienen más sentido que la propia realidad. El refugio del estrangulamiento se encuentra en las bibliotecas donde, con recortes de horario y sin libros nuevos, siguen dispensando vida. Desde allí clama con voz resonante el sofisma de Vicente Núñez: “Bendita seas, pobreza, que haces posible la sabiduría”.


FILANTROPÍA


Existen ciudades con orquesta y ciudades sin melodía. Córdoba siempre sonó a silencio, tan nocturno y encalado como cómplice y cobarde. El progreso lo acalló en parte gracias a lo que nos trajo la Expo: el AVE y una Orquesta. Era la época en la que se configuraba el mapa sinfónico andaluz con dos grandes orquestas -Sevilla y Málaga- y dos medianas -Granada y Córdoba-. La nuestra fue la cuarta en engancharse entonces y, 20 años después, lucha por sobrevivir sabiéndose el eslabón más débil, la más desprotegida de las cuatro  andaluzas a causa de lo público y de lo privado.


El 29 de octubre de 1992 el maestro Brouwer dirigía por primera vez a la Orquesta de Córdoba en el Gran Teatro. Un gran acontecimiento. Rafael Orozco interpretó el Concierto Emperador de Beethoven y Adolfo Marsillach puso voz a la Guía de Orquesta para jóvenes de Britten, toda una declaración de intenciones de lo que la formación clásica traería: hábitos culturales. De los 69 abonados de la primera temporada se ha llegado a los 1.000 y pico en esta última. La música clásica se ha explicado a no sé cuantos miles de escolares en los conciertos didácticos y la orquesta ha tocado en barrios en los que nunca sonó la música clásica. Su labor pedagógica y democrática nos ha regenerado como ciudad y como ciudadanos.

Dicho lo cual y viendo lo que viene, los hábitos culturales deberían introducirse ahora entre la oligarquía cordobesa con un solo objetivo: la filantropía. Soñamos con que los ricos y los emprendedores se conviertan en generosos mecenas, ley de mecenazgo mediante (de una vez) que les otorgue marco jurídico y reconocimiento social. Recordemos que la revista Cántico nunca hubiera existido sin el patrocinio de Baldomero Moreno (a quien se le tuvo que ocultar la homosexualidad reinante, claro está). Por todo ello les hemos quitado las velas a la Junta y se las hemos encendido tanto a los empresarios deseosos de unir su nombre al de Bach, como a un Ayuntamiento cuyo concejal de Cultura es catedrático de piano y ama a la orquesta.