blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Manu Mart (Estirpe): “He perdido el miedo a lo que pueda venir”

El cantante de Estirpe lleva la cara de Chaplin tatuada en su brazo izquierdo. El retrato en su piel de alguien a quien admira se ha convertido en su kriptonita emocional, una imagen para recordar que “con humor se pueden ganar todas las batallas”. La otrakriptonita, la física, la recibe desde marzo enchufado a ella en un hospital. Un mes antes, tras volver de una gira que llevó a su banda a Los Ángeles y a México con Neurasia, el séptimo disco del grupo, casi todo se acabó. Manu escuchó las palabras cáncer y tumor asociadas a su estómago. Su mundo se vino abajo mientras preguntaba si podría ir a tocar dentro de nueve días, que tenían un concierto.

Isel Rodríguez: “Perder la orquesta sería como volver al siglo XIX”

El concertino es el violinista primero de una orquesta, quien se encarga de la ejecución de los solos. Y ese es el papel de Isel Rodríguez en la Orquesta de Córdoba desde su creación en 1992. De la mano del maestro Brouwer, la violinista llegó a la ciudad junto a cinco compatriotas cubanos más para presentarse a las oposiciones de nuestra orquesta. En La Habana, su ciudad, y con 22 años se había convertido en la concertino más joven de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, pero la dureza del periodo especial en la isla y ser madre un bebé no le hicieron dudar de la oportunidad que se presentaba cruzando a la otra orilla del Atlántico. Y aquí sigue.

ODA A LA ALEGRÍA






Me temo que la tempestad y la emoción van a seguir reinando en nuestras pequeñas vidas. Es lo que tiene que últimamente todo sea peor de lo que parece. Por eso no puede haber un punto y final a 2012 más simbólico en Córdoba que la deseada Novena Sinfonía de Beethoven tronando en el Gran Teatro, interpretada por la Orquesta y el Coro de Ópera de Córdoba. No creo que exista una mejor respuesta a la incertidumbre que esta obra coral con la que el tremendo compositor cambió el concepto mismo de la música, acabando con toda clase de reglas y convenciones. Por todo ello esta sinfonía es un símbolo de la libertad y su adaptación por Karajan hace cuarenta años se convirtió en el himno de la hoy perjudicada Unión Europea.
Me apena que aquí se sienta mayor devoción por otras novenas. Las que buscan virtud y santidad, además de la intersección de los santos para salir de la pena negra. Experiencias religiosas como ésta y parecidas aun reinan en los reductos del catolicismo en occidente: en España, Italia, Irlanda y Portugal, curiosamente los cuatro países junto a Grecia más azotados por la triste realidad. Y no digo que no haya que rezar, faltaría, aun somos libres, pero si esa devoción por marianismos variados llevara a la misma fe por experiencias estéticas de otro calibre alcanzaríamos esa armónica fraternidad cultural con la que una vez soñamos.
Al menos la Navidad nos ha traído al salvador de nuestra Orquesta. No nació en Belén sino en Cataluña y vendrá a alejar tempestades para seguir construyendo emociones. La Novena acompaña su nombramiento como nuevo gerente de la institución, a quien deseamos que Córdoba no lo arrase. Hoy brindo por su antecesor, el espléndido Alfonso Osuna, a quien deseo que se contagie de la euforia de la Novena que finalmente consiguió programar. Una oda a la alegría que deseo que flote sobre nuestras calles y plazas y carreteras y pueblos durante largo tiempo. 


FILANTROPÍA


Existen ciudades con orquesta y ciudades sin melodía. Córdoba siempre sonó a silencio, tan nocturno y encalado como cómplice y cobarde. El progreso lo acalló en parte gracias a lo que nos trajo la Expo: el AVE y una Orquesta. Era la época en la que se configuraba el mapa sinfónico andaluz con dos grandes orquestas -Sevilla y Málaga- y dos medianas -Granada y Córdoba-. La nuestra fue la cuarta en engancharse entonces y, 20 años después, lucha por sobrevivir sabiéndose el eslabón más débil, la más desprotegida de las cuatro  andaluzas a causa de lo público y de lo privado.


El 29 de octubre de 1992 el maestro Brouwer dirigía por primera vez a la Orquesta de Córdoba en el Gran Teatro. Un gran acontecimiento. Rafael Orozco interpretó el Concierto Emperador de Beethoven y Adolfo Marsillach puso voz a la Guía de Orquesta para jóvenes de Britten, toda una declaración de intenciones de lo que la formación clásica traería: hábitos culturales. De los 69 abonados de la primera temporada se ha llegado a los 1.000 y pico en esta última. La música clásica se ha explicado a no sé cuantos miles de escolares en los conciertos didácticos y la orquesta ha tocado en barrios en los que nunca sonó la música clásica. Su labor pedagógica y democrática nos ha regenerado como ciudad y como ciudadanos.

Dicho lo cual y viendo lo que viene, los hábitos culturales deberían introducirse ahora entre la oligarquía cordobesa con un solo objetivo: la filantropía. Soñamos con que los ricos y los emprendedores se conviertan en generosos mecenas, ley de mecenazgo mediante (de una vez) que les otorgue marco jurídico y reconocimiento social. Recordemos que la revista Cántico nunca hubiera existido sin el patrocinio de Baldomero Moreno (a quien se le tuvo que ocultar la homosexualidad reinante, claro está). Por todo ello les hemos quitado las velas a la Junta y se las hemos encendido tanto a los empresarios deseosos de unir su nombre al de Bach, como a un Ayuntamiento cuyo concejal de Cultura es catedrático de piano y ama a la orquesta.