ESTHER CASADO: “Ser moderna es ser libre»






Ni es poeta ni escritora. Pero igual que Gertrude Stain en el Paris de principios del siglo XX, Esther Casado es una figura clave en el ambiente artístico y cultural de la Córdoba de su tiempo. Empresaria energética que siempre tiene respuesta para lo último en música, publicidad, diseño y tendencias, lleva 21 años al frente de Zum Creativos, una empresa de comunicación y publicidad que ha estado tras la marca de casi todas las acciones culturales realizadas en Córdoba en las últimas dos décadas. Vive su segunda crisis siendo socia de la empresa, aunque “ahora se impaga más que antes” dice muy enfadada con un Mariano Rajoy que “me ha engañado con el tema del IVA” (con la promesa electoral de pagar el IVA cuando se cobrase una factura). Comenzó como DJ pionera en la ciudad y en  su actual día a día recorre el diseño gráfico y editorial, el expositivo, el branding o el interiorismo comercial, y para ello, esta empresaria con sede en la Judería necesita que se incentive el empleo, concretamente pide “una reforma laboral que no fomente el despido”.
Texto Marta Jiménez / Foto: Isabel Amián
¿Moderna se nace o se hace?
Se hace. Uno se hace moderno porque tiene inquietudes creativas y eso irremediablemente va asociado a la modernidad, no sé muy bien por qué.
 ¿Qué es ser moderna?
Qué pregunta más difícil. Ser moderno es ser libre. ¿Yo por qué soy moderna? Pues yo que sé. Soy curiosa, más bien y hay cosas que me gustan que no son nada modernas. La verdad es que no me puedo identificar con el “hay que ser absolutamente moderno” que reivindicaba Rimbaud.
 ¿Cómo ser empresaria en Córdoba y no morir en el intento?
Hoy es más difícil contestar a eso ahora que hace cinco años. Cuando empecé en el 91 había otra crisis, pero tenía 25 años y todo era divertido y alegre. En los primeros cinco años no gané un duro pero era joven y no me importaba. Luego vino la época de bonanza en la que todo era maravilloso, teníamos dinero y tarjetas de crédito. Éramos felices y va y llega otra crisis. Ahora  ser empresario es una gran hazaña y hay que ser muy creyente. Creyente en la modernidad.
 ¿Existe un modelo de mujer empresaria distinto al del hombre?
En general, las mujeres gestionan de manera diferente y casi cualquier mujer sería una buena empresaria. Creo que gestionamos el tiempo mejor que ellos, siento decirlo pero lo pienso, y generamos más grupo. Si el mundo estuviese dirigido por mujeres no habría una crisis ahora mismo. Cuando yo empecé estaba sola pero ahora tengo a muchas alrededor: clientas, proveedoras… las cosas han cambiado mucho.
 ¿La estrategia femenina en el mundo laboral ha sido de presencia, más que de transformación?
En las pequeñas y medianas empresas hay muchas mujeres y algo transformarán. En las grandes no.”
 Los empresarios locales ¿tienen conciencia de la importancia que posee la imagen corporativa y la comunicación visual de sus empresas?
En eso ha habido un cambio espectacular. Cuando empecé, aquí nadie sabía qué era un logotipo hasta que llegó Mariscal, que no es santo de mi devoción, con la mascota Cobi. Él hizo mucho con esa mascota y abrió mentes que empezaron a conocer el concepto marca. El 80% de mis clientes vienen buscando una identidad corporativa y tienen las cosas claras. Pero hay sectores a los que les cuesta más en Córdoba, la hostelería y la joyería, por ejemplo.
“Las mujeres gestionan de manera diferente y casi cualquier mujer sería una buena empresaria”
¿Por qué hay tantos artistas gráficos en Córdoba?
(risas) Creo que cuando a alguien le va bien, ese negocio es emulado. En los noventa hubo unas ocho empresas de publicidad que les fue bien y eso generó escuela. Ahora las nuevas generaciones llevan el diseño en vena, viven para el diseño. Han estudiado y montar una empresa de publicidad es fácil. Basta con un ordenador, Internet y una habitación en casa de tus padres. Se ha generalizado porque es más fácil de conseguir.
 Dime algún trabajo del que te sientas orgullosa
La exposición de Julio Romero de Torres (“Símbolo, materia y obsesión”) y Cosmopoética. En el festival poético he trabajado ocho ediciones y me enamoré. Mi escultura de hierro en la calle con el hombre del paraguas vinilado cada año de una manera distinta es mi joya. Y la exposición de Romero de Torres, con el catálogo, los iconos y todo el producto que hicimos fue chulísima. Coincidió con el “No a la guerra” y tras la inauguración todos nos fuimos a la manifestación. Fue un gran momento.
 ¿Córdoba tiene una marca?
¡Córdoba es tan rara!. Tiene una belleza interior espectacular, el espíritu de la gente es inquieto, pero luego nos apalancamos. A lo mejor precisamente porque la gente se tumba a la bartola tiene tiempo para pensar e ir más tranquila. En los 90 Córdoba fue cabecera de modernidad y ahora sigue así en algunas cosas, pero somos un poco relajados en el hacer.
 ¿Cómo podemos conseguir mezclar el arte contemporáneo con la tradición?
La exposición “El patio de mi casa” lo consiguió. El alcance de aquél montaje yo creo que se está recogiendo ahora en la cantidad de turismo que vemos por nuestras calles. Un turismo renovado y más moderno gracias a las grandes citas culturales que ha tenido Córdoba últimamente. El problema ha sido que justo cuando metíamos modernidad arquitectónica en nuestro rollo clásico, en la ciudad nos quedamos sin dinero. Hemos estado a punto pero muchas cosas no se han acabado ¿y ahora qué?
 ¿Cuál sería tu receta para potenciar la ciudad?
Seguir apostando por las cosas que funcionan y en su fecha: Cosmopoética, el festival de Cine Africano, el de la Guitarra, la Noche Blanca. Y tener mucho cuidado con los veladores en el casco histórico. Estamos cometiendo un error al ir tropezándonos con sillas en las plazas donde antes paseábamos libremente. En eso ofrecíamos un  turismo diferente y nos hemos convertido en Sevilla.
“Ahora las nuevas generaciones llevan el diseño en vena, viven para el diseño. Han estudiado y montar una empresa de publicidad es fácil”.
 Fuiste una de las primeras mujeres DJ en Córdoba…
Creo que fui la primera de Andalucía. El bar donde pinchaba se llamaba ‘Sin embargo’ (C/Alonso de Burgos). Ponía desde funky hasta Las Grecas. Pinchaba maxis de vinilo y fue la época de mi vida en la que me sentí más poderosa. Luego monté Andi Capp (Avda. de América), después El Cafetín (Viaducto) y B18 (Avda. del Brillante).
 ¿En Córdoba ya no hay bares como los de antes?
(risas) Tendría que nombrar muchos de ahora que me gustan: El Soul, Metrópolis, el Glam, Clandestino, La Bicicleta…de un año hacia acá las cosas están cambiando, fíjate. Hemos estado muertos durante unos años y ahora esto empieza a estar en efervescencia. Me encanta salir, no me quedé enganchada en los noventa.
 ¿Sientes que has abierto algún camino en esta ciudad?
Humildemente creo que con la música. Al poner música o programar conciertos en mis bares creo que he influido un poco en el criterio de la gente. En el diseño es mucho decir. He ayudado a abrir un poco cabezas, creo.
 ¿Amas a Córdoba igual que la odias?
(se lo piensa) Quiero a Córdoba más que la odio. Si no, no estaría aquí. La ciudad me gusta mucho, con esa luz tan bonita que ya quisieran todas las ciudades y la gente, como nos relacionamos aquí me encanta. Aunque no soporto el vaguear tanto, porque para eso soy muy alemana, el cotilleo y la apatía.
¿De dónde salen tus olas de energía?
Es mi manera de ser. Mi madre dice que de pequeña siempre era la primera en levantarme. Mi propia energía es la que me mantiene. No la puedo evitar y no sé de donde sale.

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