Pocos son los artistas de La Movida que quedan vivos, pero Villa-Toro sigue aquí a pesar de sus tres infartos y un edema pulmonar. Él pintó con Tino Casal y viajaba con él en aquel fatídico accidente de coche que acabó con la vida del artista. También ha expuesto con Fabio McNamara, enseñó a tocar la guitarra a Carlos Berlanga y a Nacho Canut, expuso en las Galerías de Juana Mordó, Nati Abascal y Tita Cervera, puso una pica en Chueca cuando nadie miraba a ese barrio madrileño y tiene obra colgada, y vendida, en medio planeta. Gran admirador del arte egipcio y etrusco, parte de sus obras dedicadas a Medina Azahara –La ciudad brillante– se exponen hasta septiembre en la Diputación.