La película, ambientada en la Andalucía del final de la Guerra Civil, ya tiene vía libre para llegar a las pantallas.
Aunque estos días la mula protagonista ha sido la desahuciada del portal de Belén, otro animal del mismo nombre, aunque de celuloide, ha vuelto a saltar a la opinión publica. Pero conozcamos antes sus antecedentes: Michael Radford quiso estrenar su película ‘La Mula’, una historia ambientada en la guerra civil y rodada en Andalucía, en el Festival de Cannes en 2010. Pero el director de ‘El cartero (y Pablo Neruda)’ abandonó el rodaje pocos días antes del claquetazo final. El (presunto) motivo era la falta de dinero por parte de los coproductores británicos e irlandeses. La otra parte, la productora española, Gheko Films, propiedad de Alejandra Frade, la hija de José Frade, sí estaba al día en los cobros, según declaró entonces. Era finales de octubre de 2009 y a los pocos días, el director negó que hubiese desertado: “¿por qué iba a querer abandonar la película después de dos años y medio de trabajo y a una semana del final de un rodaje muy exitoso?” se preguntaba Radford desde Londres.
Gheko Films, con Alejandra Frade a la cabeza, señaló que Radford abandonó el rodaje cuando la productora española se negó a cederle los derechos de explotación de la película por una libra. Y el realizador aseguró que detuvo el rodaje en el momento en el que fue consciente de que no se les iba a pagar a él ni a su equipo por el trabajo realizado. Tres años y varios dimes y diretes en los tribunales después, la película ya tiene vía libre para buscar distribuidora y podría estrenarse próximamente. Una sentencia de la Audiencia Nacional ha desestimado la “demanda de lesividad” que pesaba sobre la película, paralizada desde 2010 debido a una infracción a la Ley del Cine. La resolución judicial da la razón a la productora española de la cinta y desestima el recurso interpuesto por el abogado del Estado, en representación del Ministerio de Cultura. El abogado del Estado interpuso una demanda por la concesión que obtuvo la película de calificación por edades, así como su atribución de nacionalidad española. Como una “mala comedia local” definió Radford la opereta que ha acompañado al film durante los últimos años.
El director se enamoró de esta historia, una novela de Juan Eslava Galán, y decidió rodarla en castellano poniendo muchas esperanzas en su éxito internacional. “ ‘La Mula’ no narra la política de los políticos, sino la de la vida de un hombre humilde envuelto en la guerra, en el bando de los nacionales, ya que sus padres eran los criados de un marqués. La Mula cuenta la humanidad de las personas en plena guerra”, declaraba Radford durante el rodaje de la película a Radio Córdoba. El cineasta eligió el Parque Natural de Cardeña- Montoro para montar un escenario de trincheras. Buscaba el realismo poético andaluz en la luz, las tierras y las caras y, además, la piedra roja montoreña inmediatamente le recordó a Glasgow, al igual que una orografía de un terreno que veía más inglesa que andaluza.
Eslava Galán ha sido coautor de un guión muy fiel a la novela, que arranca
el 5 de enero de 1939, cuando faltan tres meses para que acabe la Guerra Civil. Juan Castro (Mario Casas), cabo del bando nacional, encuentra a Valentina, una mula en medio del campo de batalla y decide hacerla pasar inadvertida, con intención de llevársela a casa al final de la guerra. Valentina le llevará a través de los últimos meses de contienda a encontrar aventura y amor. A la pregunta de “otra película con la guerra civil como telón de fondo” y, en este caso, con la humanidad de un vencedor como protagonista, el cineasta se defiende con que “todos los soldados del mundo buscan sobrevivir. Eso es universal”.
El pasado verano Michael Radford aun mantenía la esperanza de acabar el filme a su manera (lo terminó un suplente) y lo comparaba con otro fin de rodaje desesperado: “Si acabé El Cartero (y Pablo Neruda) sin Massimo Troisi (quién murió durante el rodaje), puedo acabar La mula tres años después”. Y nosotros que lo veamos.