Dos décadas después de todo aquello, ni la multiplicación de cadenas televisivas ni internet ni la piratería han podido matar la estrella del cine aunque estos ya solo se levanten en el extrarradio. Al público le sigue gustando pisar la moqueta y sentarse en la butaca de una sala como bien han demostrado las últimas apuestas por bajar los precios a través de bonos o de los exitosos “miércoles de cine”. Por eso ahora duele más ver pudrirse en el centro de la ciudad dos multicines clásicos: el Alcázar y el Isabel la Católica. En muchas ciudades existen colectivos que vía cooperativa de socios están resucitando estos espacios abandonados del barrio o del centro con una programación plural y el añadido de actividades culturales. Personas que saben que a muchos aun nos sigue apeteciendo ir andando al cine.

Y aún existen más motivos para la esperanza. El primero, los planes franceses de la cadena MK2, nueva propietaria de El Tablero, de extrapolar su modelo a Andalucía programando cine en versión original y de autor en un multicine de centro comercial. La segunda es que ya están encalando los cines de verano. El incombustible cinéfilo Martín Cañuelo ha demostrado que su modelo de gestor de cine, tan alejado del convencional, vive ahora una nueva época de esplendor. Por eso hago una gran ola a esos puntos de luz en el laberinto nocturno del casco histórico.