La guitarra flamenca comenzó por primera vez a impartirse en las aulas de un conservatorio hacia los años 90 en Córdoba
Una línea de pájaros negros sobre un tendido eléctrico. Esa es lírica imagen que inspiraba a Paco de Lucía una partitura. El genio que no sabía leer música había aprendido a tocar “de oído”, pero reinterpretó a Falla devolviéndolo a sus raíces. Solo aprendió a leer solfeo para interpretar ‘El concierto de Aranjuez’ del Maestro Rodrigo y en un mes se preparó el concierto que tocó junto al director de orquesta Edmon Colome. Eran los tiempos en los que los académicos no se fiaban de los flamencos ni éstos de los académicos. Unos tiempos que han durado hasta hace cinco minutos porque así se construye la historia, desde una mediocridad que, muy de vez en cuando, ilumina un genio.
La consecuencia directa de que esta transmisión flamenca solo se haya considerado desde la oralidad durante siglos ha sido su pérdida casi al completo. Un drama irreversible. La guitarra flamenca comenzó por primera vez a impartirse en las aulas de un conservatorio hacia los años 90 en Córdoba, dando como fruto a los primeros titulados de España para luego desaparecer por la hostilidad de quienes, en el fondo, temían lo que el flamenco significaba. No fue ¡hasta 2005! que llegó la academización plena del flamenco a la que ha contribuido, en buena parte, el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, acogiendo en sus aulas las ramas superiores de Guitarra Flamenca y de Flamencología, uno de los pocos donde puede estudiarse este grado.
Paco Peña había insertado antes la guitarra flamenca en el conservatorio de Rotterdam (Holanda), como gran padrino de la internacionalización del instrumento y después de haber creado el Festival de la Guitarra de Córdoba. Una ciudad que ha hecho y continúa realizando grandes cosas por el flamenco, desde la gran labor de mantener el Concurso Nacional rescatado por Ricardo Molina del granadino creado por Lorca y Falla, como desde las pequeñas que realizan las peñas flamencas. Todo con un sello de ciudad ensimismada digno del Maestro que se fue.