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Fuentes Guerra: despedida, lleno y cierre

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La mítica tienda de música y cine de la calle Caño echa la persiana con rock en directo y el calor de su gran familia de fieles

Hay un reloj medio escondido en el enorme local de Fuentes Guerra que marca las once menos diez. Se encuentra colgado en el pequeño escenario del fondo y por su aspecto, bajo sus manillas se lee “Almacenes Fuentes Guerra”, se intuye que debió funcionar durante varias décadas. Este sábado casi ninguno de los que abarrotaba la tienda en su despedida sabía cuándo se paró el reloj ni si fue de noche o de día. Al igual que a todos ellos les costaba interpretar si estaban alegres o tristes, ya que enmedio de un ambiente amable y festivo se encontraban diciendo adiós a una de las fortalezas urbanas de la cultura. Y eso siempre es una pequeña tragedia.
Álvaro, Catina y David Fuentes Guerra casi nunca habían visto el local tan lleno y aún menos a las dos de la tarde. Los acompañaban algunos de sus muchos hermanos y parte de esa otra familia, extensísima, que ha considerado a Fuentes Guerra una casa donde refugiarse, llena de música y películas. Con las existencias que quedaban a tres euros y con casi todo el mundo comprando camisetas con el setentero logo de su marca, la tienda se llenó de tortilla, cerveza y canapés. De tarta y de rock. The Wax Flamingos pusieron la música en vivo con invitados como el Ramos, dejándose las manos en la batería, mientras la onda expansiva de la percusión tiraba algunos de los 5.000 DVDs que un día hubo en stock de las estanterías.
Hay quien recogía del suelo a Jodie Foster, Nawja Nimri, Superman o a algún exorcista.
La memoria colectiva de varias generaciones de cordobeses le debe grandes ratos a este comercio. Muchos de los músicos de la ciudad compraron allí los discos de sus principales influencias y algunos cineastas alquilaron las películas de su vida. Como en el caso de F. Javier Gutiérrez, un director que está a punto de rodar una nueva versión de The Crow en Hollywood con Luke Evans como protagonista y 60 millones de euros de presupuesto, y que vio la primera versión de El Cuervo (‘The Crow’, Alex Proyas, 1994) en video VHS alquilado en Fuentes Guerra, en una época en la que soñaba con ser director de cine fantástico y en la que Hollywood le quedaba más allá de la estratosfera.
En 1927 abrió en Córdoba la primera tienda bajo la marca de Fuentes Guerra, en la plaza de San Nicolás. Era un comercio de menaje y material de cocina, alejado a la imagen que ha perdurado en la ciudad bajo el nombre de este negocio, convertido en sinónimo de una oferta cultural de calidad en música y cine. Pero esta faceta no se inició hasta 1964, cuando el padre de los actuales dueños convirtió una zona del gran establecimiento de Cruz Conde (abierto siete años antes y dedicado a los artículos de regalo) en una tienda donde encontrar los discos sencillos que empezaban a proliferar con los grupos del momento y los primeros larga duración que aparecieron en el mercado. Si algo de música llegaba a Córdoba, Fuentes Guerra se encargaba de venderlo.
Una nula vocación de la ciudad por proteger su comercio local como patrimonio y el hecho de que el modelo de negocio de la tienda pertenezca a otro tiempo, el de las cintas TDK de 45 minutos, los singles de vinilo o los VHS que también se vendían en su liquidación, les han obligado a echar la persiana. La calle Caño nunca volverá a ser la misma sin Fuentes Guerra. Igual que la ciudad. El fin de una era.
Una multitud, ante los estantes en liquidación de Fuentes Guerra | ÁLVARO CARMONA

Una multitud, ante los estantes en liquidación de Fuentes Guerra | ÁLVARO CARMONA

 

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