Voy a atreverme este viernes a recomendar una película, dirigida por un cordobés huido de este arenal
Marta Jiménez@radiomarta
Como me niego a instalarme en el desencanto que provoca vivir en una ciudad en la es posible realizar una ruta por lugares franquistas o sufrir a dirigentes y no dirigentes que añoran el nacionalcatolicismo, intentaré ponerme a salvo a cubierto: En el cine. La ficción, ya sea en imágenes o palabras, siempre ha tenido ese poder iluminador y por eso es tan peligrosa para los fundamentalistas, sean del signo o religión que sean. Así que voy a atreverme este viernes a recomendar una película, dirigida por un cordobés huido de este arenal, que se ha visto con éxito en festivales de medio mundo y que hoy se estrena en España. También en Córdoba, en el Tablero.
Su título es ‘La Partida’ y el director, Antonio Hens. Una historia de amor y supervivencia que se convierte en una compleja reflexión, contada con mucho pulso y un estilo propio, sobre la masculinidad y las contradicciones que ésta ejerce sobre algunos varones de nuestro tiempo. La historia retrata a dos adolescentes en los suburbios de La Habana de Raúl Castro, tan bisexuales como homófobos y tan gays como todo lo contrario. Resulta curioso como el asunto de las identidades sexuales es un invento reciente. Han existido capítulos en la historia en los que nadie, sobretodo los hombres, era distinto de los demás en función de sus gustos sexuales. Sin embargo, aquí y ahora, con leyes de las que debemos sentirnos orgullosos porque dan derechos a estas minorías, existe demasiada autorrepresión por culpa de una sociedad hipócrita que, por desgracia, cada vez es menos difícil de comprender viendo los niveles de retroceso que llevamos hacia todo lo malo.
La película se estrenó con éxito en el festival de la Habana y el régimen cubano ha permitido, al constatar que no posee ni gota contrarrevolucionaria, que se distribuya por el país a partir de junio. Cruzamos los dedos para que las mismas expectativas se cubran en España, donde hay más democracia pero también menos alegría y desinhibición sexual. Una oportunidad para comprender otros mundos desde la reconcentración del nuestro, más allá del morbo de ver a Toni Cantó como turista sexual en el Malecón. Un cuadro.