Ni este país ni esta ciudad pueden ir a ningún lugar decente sin resolver el asunto de las cunetas
Uno de los actos más dignos que ha realizado la Córdoba de nuestro tiempo es intentar recuperar la memoria de los proscritos. Al menos de los del siglo XX. Un taller de memoria oral y un doloroso trabajo de documentación del Archivo Municipal con los libros de cementerios, logró poner nombres y apellidos a 2.311 personas de las que, hasta ahora, hay constancia de que fueron fusiladas y arrojadas a las fosas comunes en los propios cementerios de la ciudad durante la Guerra Civil y la posguerra. En total se cree que fueron 4.000 los asesinados. En marzo de 2011 los cementerios de La salud y San Rafael inauguraron Los Muros de la Memoria honrando a los desaparecidos con sus nombres grabados en la piedra. Allí acudieron familiares que lloraron, acariciaron los muros y pudieron poner una flor junto a un nombre. Nunca estuve en un lugar más emocionante.
Ese trabajo de documentación y aquel taller de memoria oral se cercenaron con la llegada del Gobierno Municipal del PP en 2011. Ni este país ni esta ciudad pueden ir a ningún lugar decente sin resolver el asunto de las cunetas. Dándole la espalda a familiares que lloran con la foto de un desaparecido entre las manos. Es una vergüenza ante los ojos del mundo tener el triste galardón de ser el segundo país en número de desaparecidos, después de Camboya, y que tengan que venir juezas argentinas a hacer justicia o hispanistas ingleses a decirnos que esto fue un holocausto con todas las letras, porque una España quiso exterminar a la otra, a la que no pensaba como ellos. En Córdoba cayeron maestros, médicos, periodistas, abogados, mujeres, masones, izquierdistas, republicanos… Vecinos como usted o como yo.
Me cuesta entender por qué una parte de la derecha de este país no quiere reconocerlo y habla de no reabrir las heridas. Es muy poco cristiano. Y también me cuesta entender por qué el nuevo Gobierno Municipal no ha decretado a estas alturas reabrir el proyecto de la memoria de la ciudad. Ideologizar, y no digamos ya partidizar, este asunto resulta demasiado bochornoso. A ver si lo trae el 18 de julio, 80 años después.