El artista vuelve a traer a Anarcoma a la ciudad, el detective travesti que se mueve por los bajos fondos de Barcelona, llenos de prostitutas y de ambiente homosexual
Nazario no es solo el nombre de una familia de peluqueros. Si no, que se lo pregunten a Tipografía Católica o a la imprenta San Pablo. Nazario es el padre del cómic underground en España. Sevillano de nacimiento y habitante de la Plaza Reial de Barcelona desde los años 70, este historietista, pintor y fotógrafo comprometido expuso en Córdoba en la primavera de 1990 y armó la marimorena. Las dos imprentas se negaron a imprimir su catálogo –acogiéndose a la cláusula de conciencia–, se cambió el lugar de la exposición del Albergue (de la Junta) al Potro (del Ayuntamiento), hubo quien se quiso encerrar dentro en señal de protesta y me da que no la censuraron porque no pudieron. A finales de este mes Nazario vuelve a la ciudad, por primera vez desde entonces, con su obra. Pronto anunciará dónde la autoridad local. Y será un buen termómetro para medir el nivel de (auto) represión y escandalización que reina en la ciudad 25 años después.
Leo y escucho últimamente al artista, que presenta estos días su biografía La vida cotidiana del dibujante underground (Anagrama), contar la anécdota cordobesa como un exotismo retrógrado. No me sorprende. La ciudad donde vivo es un pájaro herido envuelto en papel celofán. Pero no es solo Córdoba. A Nazario le han cerrado varias veces su página en Facebook y se la volverían a cerrar si subiera el David de Miguel Ángel. Una pena, porque en ella suelta perlas como «yo no soy devoto de la Macarena, soy fan». Más tecnología es cada vez más igual a menos libertad.
El artista vuelve a traer a Anarcoma a la ciudad, el detective travesti que se mueve por los bajos fondos de Barcelona, llenos de prostitutas y de ambiente homosexual, aunque también fotografías y pintura de belleza onanista, como decía Terenci, realizadas durante estos años. Dice que su intención no es hacer gritar a ningún carcamal, así que su exposición acabará retratando lo civilizados que somos. Será arte y no ofensa. Porque esta solo está en el ojo del que mira. También desobediencia. Por eso me sabe mal hablar de Nazario sin decir polla ni una sola vez.