Un colectivo anónimo denuncia con acciones la contaminación visual en los edificios del patrimonio histórico que va contra la normativa y contra la estética
La cara del obispo a tamaño XXL sobre la fachada de una iglesia fernandina en un anuncio pastoral. La lona de un centro concertado anclada junto a una portada del siglo XVII. Enormes carteles que piden la colaboración en parroquias, anuncios de exposiciones en palacios y museos, de años jubilares, azulejos de santos y vírgenes sin el menor criterio estético. Ni siquiera el muro perimetral de la Mezquita-Catedral se libra de ser soporte autopublicitario. La contaminación visual sobre la piel de nuestro patrimonio ha aumentado en los últimos tiempos a pesar de estar fuera de normativa y de estética. Un hecho que hasta ahora, ni se ha denunciado ni se ha controlado.