La pintora nacida en Londres, de padres polacos, criada en Nueva York y residente en Córdoba desde hace más de medio siglo, Rita Rutkowski Wulfsztadt, escoge el Museo de Bellas Artes para encontrarnos una fría mañana aún de otoño. Es temprano y queremos estar a solas con ella, antes de que lleguen los primeros visitantes, ante su óleo Imágenes en la calle (Street images), que cuelga en la sala de arte contemporáneo. Una pintura que forma parte de las obras donadas por Rita al museo. Al llegar, el director, José María Palencia, la hace feliz al comunicarle que en primavera habrá una exposición monográfica con algunas de estas obras. “Será un gran regalo de cumpleaños”, expresa la pintora que cumplirá entonces 83 años.
La artista, formada en Nueva York y becada en su juventud para pasar largas estancias en Italia, bebió de las fuentes de la generación beat norteamericana y de los artistas más significativos del expresionismo abstracto que, junto a Francis Bacon, han ejercido una clara influencia en su pintura. El cuadro ante el que charlamos tiene fecha de 1964, pero ella aclara que se confundió. Que lo pintó en el 58 tras su primera visita a la ciudad, cuando paseaba por España y quedó fascinada por Córdoba, antes de conocer al que sería su marido e instalarse aquí definitivamente. En la pintura se ve una estructura abstracta que simula una torre y está pintado en colores plomizos. “Ese es el color de Córdoba”, explica. “El fondo tiene esas ventanas que se ven por toda la ciudad que parecen ojos negros”. La pintora asegura que está mezclado con un fondo neoyorquino. “Está teñido de mi óptica, de mi ánimo, del camino que decido tomar”.
Dotada de un profundo sentido ético y crítico, Rutkowski es una mujer embelesada por la cultura en el más amplio sentido de la palabra. En Córdoba es una verdadera activista cultural aunque, curiosamente, cuando habla de “mi ciudad”, siempre se refiere a Nueva York. Tal vez porque la traiciona el subconsciente o tal vez porque realmente esta ciudad no ha acabado de acogerla. Nuestra sensación es que tiene un interesantísimo corazón neoyorquino-cordobés.
Rita Rutkowski | MADERO CUBERO
P. ¿Qué tenía de fascinante la Córdoba de finales de los 50?
R. Bueno, aparte de fascinarme entonces sigue fascinándome ahora. Yo creo que es una ciudad muy bella, muy sugerente. Por ese motivo creo que es un marco para la cultura perfecto y sin embargo, las autoridades no apuestan por ella. No se dan cuenta de cómo la cultura podría beneficiar a la ciudad. Por otro lado, la industria no cuaja si hablamos de cómo vivir aquí y la cultura, que es menos apreciada, puede servir para mucho. Por ejemplo, Bilbao, que no es nada de bonito, cómo le está beneficiando su enfoque a la cultura. Es un municipio que no tiene deuda ninguna. El alcalde que murió este año estaba entre los mejores alcaldes del mundo por hacer una transformación de la ciudad basada en la cultura. Y Córdoba, que tiene la ventaja de tener todo puesto, no lo realiza. Los pintores sí creo que están trabajando mucho y la exposición 60 años de arte contemporáneo en Córdoba creo que lo refleja, muestra el talento que hay en esta ciudad.
P. En los 55 años que lleva usted en la ciudad, ¿percibe que Córdoba se haya culturizado?
R. No. Precisamente de ese tema estamos hablando últimamente en la galería CoMbO, en unas conversaciones que acompañan a la exposición de arte contemporáneo, y el otro día Hisae Yanase y yo hablábamos con otros pintores de que la trayectoria de esta ciudad es muy ondulante, alta y baja, a veces con momentos brillantes, de fuegos artificiales y luego otros de decaimiento. También falta espacio y creo que las artes plásticas son la pariente pobre del mundo cultural. Se ha hecho poco con respecto al esfuerzo que hacen los pintores. Así que la culturización va muy lenta y eso no es solo en la ciudad. El problema está en la educación.
Las autoridades no apuestan por la cultura. No se dan cuenta de cómo podría beneficiar a la ciudad
P. Sin embargo, existen instituciones culturales en Córdoba que han creado hábitos culturales como la Orquesta de Córdoba o la Filmoteca, que acaba de cumplir 25 años
R. La Filmoteca es mi segundo hogar ¿pero la ciudad la apoya? Porque se está hablando de invadir la Filmoteca para beneficiar un espacio mayor que es el Palacio de Congresos y la Filmoteca se debería proteger porque merece mucho aprecio, así que no acabo de comprender que haya quien piense así, a ver si alguien me lo explica, veo mucha contradicción.
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P. ¿Cree que esa es la actitud de la ciudadanía?
R. Hay algunos fieles, va en aumento, lo noto, el público cada vez es más joven, aunque también hay personas mayores y, por ejemplo, los conciertos de la Orquesta del principio estaban llenos de espectadores mayores. La Filmoteca ofrece una salida al mundo del cine muy digna, amplia y bien elegida que está siendo reconocida. No sé si la ciudad lo aprecia y las autoridades muestran el mimo que merece. La respuesta es lenta y eso que por primera vez tenemos una concejal de cultura [Juan Miguel Moreno Calderón] que proviene del mundo de la cultura, fue director del Conservatorio, y ese es otro enfoque que se nota.
La Filmoteca es mi segundo hogar ¿pero la ciudad la apoya?
P. Estar incluida en la exposición que celebra seis décadas de arte contemporáneo en Córdoba ha debido hacerte feliz
R. Respeto mucho al comisario de la exposición [Ángel Luis Pérez Villén] y el trabajo que ha hecho. Estoy muy contenta de estar incluida porque está organizada de una manera muy lógica y muy profesional, a buena altura. Me ha gustado muchísimo y me gustaría que el público conociera cómo hablan los artistas.
P. Al verlo todo ordenado, aunque sea de modo subjetivo, una descubre el enorme patrimonio de artistas y obras de nuestro tiempo realizadas en la ciudad
R. Sí, es un patrimonio. Es una información muy valiosa, asombrosa y espero que el espectador se dé cuenta y reflexione sobre si esto se ha notado en la ciudad. Yo creo que es un patrimonio que no se aprecia lo suficiente. Creo que la ciudad merece lo mejor y en esta parcela de artes plásticas hay una gran riqueza, a pesar de no tener el apoyo suficiente. El artista sigue trabajando honestamente y avanzando a pesar de que la ciudad tenga otras prioridades.
El artista sigue trabajando honestamente y avanzando a pesar de que la ciudad tenga otras prioridades
P. Da la sensación de que este grupo de artistas plásticos es uno de los grupos de creadores más unidos de la ciudad, y aún más si los comparamos con otros creadores ¿Sois una red o un clan?
R. Bueno, clanes hay en todas las parcelas y yo los llamo “pequeñas mafias”. Existen en todas partes, en lo profesional y en lo íntimo, el endogrupo y el exogrupo, como dice un amigo mío. Como pintora a veces me siento en familia y, por ejemplo, la inauguración de esta exposición fue muy emocionante, unos abrazos grandes y mucho cariño. Y es que tenemos mucho en común.
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P. Pues eso no ocurre entre los poetas, por ejemplo
R. ¿Entre los poetas no? Pues yo pensaba que sí, qué pena. Entre los pintores creo que nos queremos. Hay un cariño artístico y nos une la comprensión de saber lo que hacemos aunque socialmente funcionemos de otra manera, pero en esto sí estamos de acuerdo. Es nuestro mundo y somos como una familia, doy cariño y lo recibo.
Entre los pintores creo que nos queremos. Hay un cariño artístico y nos une la comprensión de saber lo que hacemos aunque socialmente funcionemos de otra manera
P. Imagino su mundo de la Córdoba de los 60 y a su grupo, con Carlos Castilla del Pino, Equipo 57, el grupo Cántico, Rafael de la Hoz, el Círculo Cultural Juan XXIII, los cineclubs… rodeada de las personas más interesantes de la época pero siendo una mujer artista en un mundo de hombres
R. Era una Córdoba tan pobre y tan rica a la vez… Lo de ser mujer, se supone que debía estar agradecida, pero acabé siendo la cuota, por ejemplo, en las exposiciones. Y el ser el 0,1% como mujer, solamente por el género, como si fuera una propinilla, no me convencía a pesar de estar incluida. A lo largo de mi vida he tenido que escuchar muchas veces aquello de que pinto como un hombre y no como una mujer. En mi tierra [Nueva York] me presenté a un concurso y solo puse mi apellido, y cuando nos vimos cara a cara me dijeron “ay, que no sabíamos que eras una mujer” y yo eso no lo tomo como un piropo. Lo que importa es la obra y desde entonces firmo solo con mi apellido, para que nadie vaya condicionado ni con ideas preconcebidas al mirar mis cuadros. Hasta he pensado en firmar, como hace Prince, con un número. Volviendo a aquella época, había muy pocas mujeres y en esta profesión era muy difícil evolucionar si eres mujer. Aquí había unos roles para cumplir que no iban conmigo y que con el tiempo se han ido superando. Aunque el grupo de artistas mujeres que hay me parece muy digno y cuando nos reunimos sintetizamos más y vamos más al grano porque tenemos pluriempleo en la vida. Los hombres, que tienen más tiempo libre, acaban decidiendo las cosas a las 3 de las mañana. Y no sé por qué ellos tienen más tiempo libre.
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P. ¿Puede ser porque nosotras, en parte, se lo hemos permitido?
R. Es culpa nuestra, pero no es fácil entrar en esta forma de moverse en la vida para una mujer. Mi propio hijo dice que vamos demasiado rápido, después de miles de años de no ir a ninguna parte, pero este es el momento. Me da mucho estímulo saber que a las mujeres aquí no se les ha regalado nada, nos hemos esforzado por avanzar cuando hace pocos años una mujer no tenía ni siquiera la patria potestad de sus hijos. Todo estaba diseñado para tener dependencia absoluta y la independencia se ha conseguido luchando.
(para la mujer) Todo estaba diseñado para tener dependencia absoluta y la independencia se ha conseguido luchando
P. ¿Estuvo alguna vez tentada a renunciar a la pintura para dedicarse a ser madre y esposa?
R. A veces estuve tentada a dejar los pinceles porque era demasiado. Tuve cuatro hijos en cinco años mientras intentaba no dar de lado a mi lado profesional, pero a veces esto es demasiado para un ser humano, el soportar tanto. Hay un dicho que dice que “uno soporta lo que puede”, pero a veces esto nos supera. Humanamente no es justo que una sola persona tenga tanta carga. Dentro de casa había una lucha constante, pero no solo me ha ocurrido a mí, si no a muchas mujeres. Lo he hablado con muchas de ellas y hay que reconocer su profesión tanto como la del padre de la familia que tenía ese reconocimiento automáticamente.
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P. Sin embargo nunca renunció a la pintura
R. Porque como dice Louise Bourgeois, “la pintura me mantiene cuerda”. Y no sé por qué porque nadie me obliga. Yo empecé a pintar a los ocho años, a esa edad ya lo tuve claro.
P. ¿Recuerda cómo descubrió la pintura?
R. Sí. En la escuela la maestra me encargó hacer un dibujo en la pizarra con tizas de colores. Creo que era por Thanksgiving (día de Acción de Gracias) y me encantó. Lo que hice era muy convencional, pero era una emoción tan especial que creo que me disparó todo. Era una pizarra grande e hice un dibujo de unas mujeres como en la casa de la pradera (risas), con esos sombreros y faldas largas y me encantó. En esa época también me gustaba mucho la música pero ganó la pintura, no sé por qué. Debe ser algo que va con uno. Y eso que no conviene ser artista porque una no vive de esto día a día. Yo aun no he conseguido vivir de mi pintura, como un fontanero o un electricista viven de su trabajo. Yo estaría en la calle si solo viviera de esto, pero me da muchas otras cosas, yo qué sé, como sentirme viva.
Yo aun no he conseguido vivir de mi pintura, como un fontanero o un electricista viven de su trabajo
P. ¿Pinta cada día?
R. Eso me gustaría, debería pero a veces pierdo días y esto me hace sufrir. Hay que ser profesional y seria. Últimamente, por una serie de cosas personales, no he podido entrar con regularidad a mi estudio. Perdí como dos semanas y cuando volví a una obra que comencé con mucho entusiasmo ya no sabía qué hacer porque no había continuidad. Es empezar otra vez de cero, una lucha. En Navidad viene la familia y hay que estar en otras cosas que ocupan mucho tiempo. También tengo límites y mi vista no soporta la iluminación artificial, debo trabajar de día y ahora son más cortos, pero lo hago.
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P. ¿Es por eso que su estudio se encuentra en una azotea del Sector Sur, por la luz?
R. Bueno, está en la azotea porque he podido conseguir el sitio tras mucha lucha para salir de mi casa. Éramos seis y tener allí mi estudio era un desastre porque tener allí un rinconcito suponía que mis hijos toqueteaban cosas y el espacio era muy reducido para trabajar y almacenar. Así que después de buscar conseguí un espacio en una azotea que era la antigua casa de un portero. Es reducido, solo 50 metros, pero yo me apaño. Entro ahí y a veces cuando salgo le doy un beso al estudio porque estoy muy feliz allí.
P. Cómo explicaría su pintura de ahora, lo último que haya pintado
R. Pues no lo sé. Creo que todo el arte son ideas y mientras haya ideas en mi cabeza, éste va saliendo de una forma y una obra conduce a otra y a otra y a otra, es lo que decimos en inglés a train of thoughts (una cadena de pensamientos). Hasta que me agota ese tema que ya no puedo decir más, sigo adelante. Es la obra la que tira de mí, yo no vengo con ideas preconcebidas. Aparte de esto, paseando por la calle e incluso durmiendo me vienenflashes de ideas constantemente. A cada paso que doy veo un montón de cuadros, salgo a la calle y no paro de ver cosas. Eso nos pasa a todos los pintores, no es nada raro.
A veces estuve tentada a dejar los pinceles porque era demasiado. Tuve cuatro hijos en cinco años mientras intentaba no dar de lado a mi lado profesional
P. ¿Hacia qué lugar le gustaría que sus manchas de color llevaran al espectador?
R. Hablas de comunicar, ¿verdad?. Lo que pienso es que como el arte son pensamientos, en realidad, abre un diálogo con el espectador y hay muchas cosas, no solo en cuadros, sino en libros, poemas o música, que nos han acompañado a lo largo de la vida y nos explican cosas. Es otra vivencia más encajada en nuestras vivencias. Para mí la música, por ejemplo Shostakovich, cada vez que lo oigo me gustaría pintar como él hace música. Me gustaría ser tan expresiva y decir las cosas como él las dice porque me llega mucho. También veo imágenes de pintura que llevo dentro por todas partes. A veces paseo por el campo y me parece que estoy dentro de una obra de Gauguin, se mezcla la vida con el arte y hay momentos fuertes de la vida que un solo verso explica todo lo que está pasando. La cultura debería ayudar a formar tu cabeza, a entender lo que nos rodea.
P. ¿Córdoba ha llegado a comprender su pintura?
R. Es curioso porque una mujer me dijo una vez aquí que al principio mi obra le parecía muy dura, pero que ya no le parecía así con el tiempo. El mundo ha cambiado y yo también, pero el hecho de esa mujer significa que ha tenido una evolución de consideración. Lo que quiero decir lo refleja mucha gente que me cuenta cosas sobre mi obra, mis intenciones y es una información muy interesante. No es pintar en solitario para uno mismo, algo con lo que yo no estoy de acuerdo. Plasmas tu pensamiento y das mucha información sobre ti mismo, que a veces se interpreta de forma acertada o no. Me pasa también a mí misma cuando veo un cuadro mío colgado en una exposición, pero me gusta la comunicación cercana con los espectadores. Creo que falta un puente para llegar a la pintura en esta ciudad, eso es lo que pienso.
P. ¿Y ha llegado usted a comprender a esta ciudad?
R. Me sigue costando. Hasta cierto punto sí, pero hay otros momentos que no llegan a cuajar. Hay un acierto y una confusión.
A cada paso que doy veo un montón de cuadros, salgo a la calle y no paro de ver cosas
P. Es curioso como históricamente las mentalidades extranjeras se han enamorado de esta ciudad a la vez que chocaban con su sociedad…
R. Sí. Hay un pequeño reportaje sobre El Greco que han puesto varias veces en la 2 (TVE) con motivo de su centenario que cuenta que no le fue nada fácil vivir en Toledo. Y sin embargo, ha dejado un patrimonio muy valioso a la ciudad y al mundo, pero le fue muy difícil. Me gustaría poder hablar con él para que me contase en qué ha chocado aunque fuese otra época (final del XVI). Murió con 72 ó 73 años y yo tengo 10 más. Ambos tuvimos una vida plena y ha sido difícil encajar en un lugar en el que teníamos algo que ofrecer. Yo siempre he querido ser una más aquí, he luchado por serlo hasta en mi barrio y en mi propio edificio. Yo entré aquí como pintora a codazos, no con los brazos abiertos. Ahora estoy un poquito mejor, más integrada pero me ha costado demasiados años siendo un fantasma. Antes ni me saludaban mis vecinos, me consideraban un bicho raro escapado del zoológico y fue muy duro. Sin embargo, también he tenido muy buenas amistades que me han dado el calor que necesitaba pero no en la vida general.
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P. Me han contado que vive en un piso diseñado por Rafael de la Hoz desde el que se ve la Mezquita
R. Sí, bueno, elegí con mucho cuidado dónde quería vivir. Antes vivíamos en la misma calle en otro edificio y no estaba mal, pero era muy reducido y con poca comodidad para trabajar. Donde vivo ahora es más amplio y con una vista muy bonita y ningún bloque delante que me la estropee. Estoy muy cómoda. El bloque donde vivo, de Rafael de la Hoz, me da mucha pena. Está degenerando mucho y no hay manera de luchar para mantenerlo en su forma. Los vecinos han ido añadiendo parches de diferentes colores, cerrando locales con mucha dejadez. No hay uniformidad sobre cómo mantenerlo. Ahora lo van a pintar otra vez y hace unos años varios vecinos cambiaron la idea original de la Hoz, que, además, por ahorrar costes se ha llenado de hongos al no pintarse correctamente. Es coger una belleza y degradarla en un edificio a la entrada de Córdoba, que era muy elegante y que debería estar protegido y bien conservado. Esa es otra cosa despreciada, una actitud que se repite constantemente en la ciudad con tantas ruinas como hay. Pienso en la Pérgola, el kiosko de la música, que no sirve para nada, o el C4
Yo siempre he querido ser una más aquí, he luchado por serlo hasta en mi barrio y en mi propio edificio
P. ¿Qué debería ocurrir con el Centro de Creación Contemporánea a su juicio?
R. En un lugar que refleje el mundo de las artes plásticas en todas sus formas y con el nivel que merece. Estuve en alguna reunión sobre cómo concebir aquello y se habló mucho del mundo virtual y de la imagen solamente. No interesaba nada hecho con las manos. Esto ha variado y me alegro, porque no hay que rechazar y que solo valga para la tecnología. En la muestra de 60 años hay video, fotografía, hay de todo y a un gran nivel. He oído que hay resistencias económicas y es una pena que esté abandonado. Creo que debería ser un sitio de exposición más talleres y no al contrario. Que sea para la ciudad y que haya otras muchas actividades. El Guggenheim de Nueva York tiene conciertos cada viernes, por ejemplo, de música clásica o contemporánea, o lectura de poesía. Ahora en Córdoba muchas salas de exposiciones se han convertido en oficinas. No hay continuidad y muchas exposiciones no muestran respeto a la obra por los espacios elegidos.
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P. ¿Continua siendo una mujer existencialista?
R. Ah, sí. Creo que en el fondo sí. Cuando llegué aquí en el 59 vestía de negro como las existencialistas de la posguerra de la II Guerra Mundial. Aquí pensaban que estaba de luto. Pero aparte de la apariencia, ahora se ha ampliado con el pensamiento oriental, que es un resumen del presente, que es lo único que existe. Me gusta la idea de esto es lo que hay, me parece muy interesante para captar de qué va la cosa. Ver a vista de pájaro lo de antes y cuáles son tus aspiraciones te lo va a decir el momento.
El bloque donde vivo, de Rafael de la Hoz, me da mucha pena. Está degenerando mucho y no hay manera de luchar para mantenerlo en su forma
P. Y así no se tiene tiempo para nostalgias
R. ¿Tiempo para nostalgias? Es posible. Cuanto más mayor voy más sueño con mi infancia. La infancia es quizás un espacio engañoso y especial, porque implica menos responsabilidades. Solo tu propia evolución. Todo lo demás está solucionado por otros: cuándo comes, el techo, qué te cubre… los padres te lo proporcionan y en la vida adulta lo tienes que buscar tú. La infancia te lo da todo hecho y solo tienes que pensar en ti mismo. Es más onírica esa fase de la vida, que se ve de otra manera, y lo echo de menos. Todo parte de ahí, incluso la responsabilidad. Todos tenemos un poco de nostalgia ¿tú no tienes?
P. Supongo que sí
R. Pero mezclada con el existencialismo. El presente posee un verdadero bombardeo de impresiones que nos lleva a estar pendientes de él. El espectáculo mundial está ahí mismo.
El presente posee un verdadero bombardeo de impresiones que nos lleva a estar pendientes de él. El espectáculo mundial está ahí mismo
P. Tengo un deseo de fin de año para terminar. Sueño con que esta ciudad se contagie de su absoluto disfrute y entusiasmo por la cultura
R. Creo que el marco está ahí y si no se reconoce es un problema. Los pintores seguimos trabajando porque hay materia y aunque no nos hagan caso. Debería haber más cosas con continuidad, con programación que nos pueda interesar. Y no despreciar las cosas, que es una vergüenza, como, por ejemplo, el concurso internacional del centro de congresos, que eligió a Koolhas y se desechó. Y ahora se escoge otro lugar a dedo. Yo no lo entienco. Morandi dice que “todo lo que quieres saber del mundo está delante de tus ojos”, entonces cada día lo que tienes delante te va a decir todo lo que necesitas. La vida es muy interesante y las personas muy complicadas. El arte filtra y refleja todo lo que estamos viviendo. Y tenemos mucho en común.
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