Las mujeres no somos un colectivo social sino más de la mitad de la población. Por eso el futuro será feminista o no será.
A preguntas sobre creencias, ideologías, identidades o tribus, siempre respondo igual: soy feminista. Nunca me he planteado la posibilidad de no serlo. Cada vez lo digo más alto, en un volumen inversamente proporcional al estigma que tantos siguen intentando inyectarle al término, negándolo, denostándolo o manipulándolo para crear confusión. Da bastante vergüenza ajena tener que seguir explicando, tras más un siglo, que el feminismo no es lo contrario del machismo, sino un movimiento y una doctrina social que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Y lo exige con mucha diversidad en su seno, con poca autocrítica y con casi ningún sentido del humor.