Tengo serios motivos para sospechar que la ministra Sinde acabó contratando a la T.I.A. –Técnicos de Investigación Aeroterráquea– y a sus máximos responsables, Mortadelo y Filemón, para al final descubrir nada en el asunto de la Capitalidad. La misión de los agentes era aclarar la conducta de cierta persona sospechosa del panel de selección que actuó ilegalmente. Pero la conclusión es que nadie hizo nada incorrecto y que todo está tan limpio como una patena. Si alguien opina lo contrario es por aquello de los prejuicios contra Bildu, según Sinde.
¿No hay conflicto de intereses cuando alguien del jurado, en concreto Cristina Ortega, formaba parte del Consejo Vasco de Cultura que promovió la candidatura donostiarra? ¿Alguien cree que no existe nexo causal? ¿En serio? Lo poco serio es que habiendo pruebas documentales de todo ello, prevalezca la negligencia, la falta de rigor y la mala fe de todo un Ministerio de Cultura que ha dejado a la altura del betún el gran título cultural europeo.
Córdoba debe llegar hasta el final del asunto. Por su autoestima como ciudad. Algo que puede ir en paralelo a la superación del palo, que una cosa no quita la otra. Sin paranoias, pero con deseos de veracidad en un asunto en el que pusimos mucho durante largo tiempo. Hay razones jurídicas y éticas para ello y confío en que la tibieza del gobierno municipal al conocer la resolución se transforme en un recurso como una mezquita catedral que ponga de los nervios a un Ministerio de Cultura que estará en funciones...