La tan manida “seriedad cordobesa” siempre fue cosa de hombres. Por fortuna, el nuevo tiempo pone tal virtud en su sitio y la hace visible en el rictus de una de esas mujeres que hace tan solo un suspiro hubiera sido una profesional tan invisible en la vida pública como todas las demás. Una cocinera que ha sabido dar pasos al frente en una ciudad de gente quieta y pocas sonrisas. Y es que el presente, o también es de ellas o el futuro no será.
Celia es pionera en algo que las mujeres llevan haciendo desde el inicio de los tiempos: en cocinar. El techo que ella ha roto en Andalucía es el de conseguir el máximo reconocimiento que existe, una estrella Michelín, dentro de un arte que, como pauta, sigue siendo para ellas o privado o las sitúa un paso por detrás de ellos.
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