Sonaba raro por el descompás. Cuando cayó la primavera intuimos que con ella caería la Noche Blanca del Flamenco, cita de la que nadie decía esta boca es mía. Normal: no había un euro. Pero de repente, llega el anuncio: Kiko Veneno, Duquende, Tomatito, Estrella Morente y muchos más. Ole. Flamencos de altura en el firmamento de una gran noche al raso y al compás, cuya edición 2012 enlaza con la primera que acogió la ciudad -en junio del 2008- por su homenaje a Camarón.
Sonó más raro aún cuando un cobarde negro sobre blanco en un ’email’, una nota en donde no se mira a los ojos de nadie, anunciaba que ya estaban “a la venta” las entradas para Estrella Morente en la Axerquía. Ole. Un titular sin mucha más explicación que hace caer de un plumazo La Noche Blanca del Flamenco en Córdoba al excluirla de la espiral europea de Noches en Blanco, que llenan de actividades culturales y gratuitas una ciudad durante toda una noche. Nos podrá gustar más o menos el concepto de gran banquete por unas horas y dieta el resto del año, pero Córdoba había creado con ella una marca con duende en la filosofía de Noches en Blanco que, para variar, es un éxito. Tras esto, por mucho que se siga llamando así, la noche ya no será blanca.
Cobrar entrada al quinto año es raro y feo en momentos de tanto quejío. Y había soluciones: se podría haber hecho un programa más modesto sin Morente o convertir la Noche Blanca en bianual. Por lo que una barrunta: ya que se le da la vuelta a todo, deberían compensar convirtiendo algún espectáculo de los que cuestan en el Festival de la Guitarra en gratuito. Por ejemplo, el de Pitingo, que no pega ni con cola en nuestra Guitarra pero que, me cuentan, actuará por la insistencia de una concejala cordobesa amiga de este cantante tan de actos del PP. Aquí lanzo el guante, verás qué ilusión. Eso sí, el 16 me gustaría vivir otra noche de colores por las calles. Que haya gente ‘pa tó’ menos para pagar. Y olé.