Esta columna podría entrar en el debate de si el espacio del C3A se come las tres jaulas de Espaliú. O alabar lo bien que se ha trabajado Málaga su modelo de ciudad mientras Córdoba vive en la nada. También en analizar la cada vez más común injerencia de la política sobre la actividad cultural o incluso adivinar cómo será Antonio Agredano en su rol de flamante director de Cosmopoética. Pero estoy harta de tanta magnitud. La cotidianeidad y lo pequeño resultan cada vez algo más inspirador: como el simple hecho de doblar una esquina y que la vida te sorprenda.