La Magna nos quitó el sábado la sensación de que Córdoba había entrado en el siglo XXI, al convertir la calle de La Feria o La Ribera en una postal de 1941
Sé que no existe una sola palabra inocente. El titular de arriba tampoco lo es. Lo que no quiere decir que huya de nuestra realidad. Seguramente el pasado sábado en los planes de Demetrio Obispo y de su órbita estaba la Virgen en general, la que los católicos consideran la Madre. Sin embargo, los que pasaban por debajo de su privilegiado palco solo veían y pensaban en una advocación en concreto. Un devoto cree que su Virgen, y ninguna otra, es la que lo protege y la que le hace los favores. Es lo que ocurre en Andalucía, también con los Cristos, y por lo que la Iglesia ha rechazado la Semana Santa, las romerías y todo lo que huela a paganismo hasta hace cinco minutos. Porque la religión popular aquí, esa que inunda cada vez más insistentemente nuestras calles, si no es politeísta, desde luego lo parece.