No tengo ni idea de si el músico Fernando Vacas le ha contado a su amiga Marjane Satrapi la enorme expectación que provocó en Córdoba el estreno de “Persépolis”, la película que la iraní co-dirigió, basada en el exitoso cómic que escribió y dibujó. La cola para verla unió la Filmoteca con la Mezquita, y la mitad de los que soñaban con ver el maravilloso film de dibujos en blanco y negro, tuvieron que cambiar la gran pantalla por pasear alrededor del templo que un Obispo insiste en llamar catedral, recordándonos cada vez más a uno de esos ayatolas fundamentalistas que pueblan esta historia autobiográfica.
Puede que Córdoba no alcanzase grandes sueños culturales, pero obra cada día pequeños milagros creadores. Que estas dos musas paseen por la ciudad, coman salmorejo en Bodegas Campos, beban champán en el Automático y se inspiren en una casa de la Corredera trabajando con artistas de aquí, ayuda a ponernos la autoestima cultural donde debe. Cuentan que cuando este grupo tan diverso como moderno se sienta a la mesa no puede parar de reír con la mezcla de francés, inglés y andaluz que construye su universo hablado. Una algarabía que tiene mucho que ver con esta ciudad. Todo ello me hace sentir que el año ha empezado algo más bonito.