blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

EL PATIO DE MI CASA





























¿Cómo hacer entender la fiesta de los patios a un señor balinés, a un estudiante serbo-croata o a un funcionario de la UNESCO? Encontrando las palabras exactas para lo inexplicable. Intentando hacer visibles las invisibilidades que encierra un patio. A los miles de pétalos que colorean las casas-patio de Córdoba les alimenta la sabia de un subsuelo kilométrico de historia. Su sedimento florece en una arquitectura popular que decidió abrir sus puertas al mundo.


Aunque la mejor definición de esos reductos de intimidad que son los patios la escribió mi amigo Antonio Manuel en su libro ‘La huella morisca’. Decía que los patios son “el órgano multifuncional de la casa: los ojos que la colman de luz, los pulmones que la llenan de aire, la boca que se abre al mundo y el cordón umbilical que la une a la tierra”. Además, los patios andalusíes fueron “un ejemplo rabiosamente contemporáneo de inteligencia ecológica por su perfecta combinación de los elementos biológicos”. Tanto, que en muchos patios hoy sigue habiendo plantas aromáticas junto a las antiguas letrinas. O el zócalo sigue pintándose de azulillo para repeler a los insectos. Frente a lo ecológico, arquitectónico y social hay un dato revelador: la fiesta surgió de abajo a arriba, sin palmaditas ni subvenciones. En el otro lado, el siglo XXI nos dio la imagen de la enorme cabeza de Alicia de Córdoba asomando por las ventanas de la Casa de las Campanas. O los efímeros azulejos de plastilina en las paredes de un patio de San Basilio. Aquellos también fueron patio de nuestra casa, espacios multiplicadores de interculturalidad. Pero aun así, cuesta entenderlo fuera.

Pasó igual con el flamenco, ese exilio interior que es una forma de entender y mirar la vida. Menos mal que finalmente la UNESCO, o lo que hoy queda de ella, creyó en su inmaterialidad. Por eso me da que el problema está en ellos y no en nosotros para variar. Y  que deberían hacérselo mirar. Al igual que nosotros debemos entender otras dos cosas: que ese deseo por competir en carreras ganadas hace siglos nos sale mal y que lo que vaticina Paulino Plata sale peor.

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