Retroactividad

Exterior de la Mezquita Aljama de la Córdoba Omeya (dibujo de Miguel Sobrino).

En aquella Córdoba y en esta aún huele al azahar de los naranjos que plantaron los musulmanes. Pero ya apenas se cuida ni se excava ni casi se investiga ni se proyecta nada relacionado con el patrimonio de la Córdoba Omeya y tardoislámica

El 11 de septiembre de 2007 Antonio Muñoz Molina presentó en Córdoba la reedición de Córdoba de los Omeyas, el ensayo sobre la Córdoba andalusí que había publicado en 1990. El libro era el mismo pero el mundo ya era otro. El escritor contó en aquella presentación en el Alcázar que se trataba de una «obra diferente», por mucho que cada línea y cada párrafo fuesen iguales al del original. El terrorismo islamista ya había irrumpido en las vidas occidentales, lo que hacía que el lector entendiese la época con «otra perspectiva» y «diferentes preocupaciones». No fue casualidad que la fecha elegida fuese un 11s.

En aquella Córdoba y en esta aún huele al azahar de los naranjos que plantaron los musulmanes. Pero ya apenas se cuida ni se excava ni casi se investiga ni se proyecta nada relacionado con el patrimonio de la Córdoba Omeya y tardoislámica. Y si no lo creen, abran los ojos: cuando Muñoz Molina presentaba aquella reedición a la Mezquita ya le habían cambiado el nombre por el de Catedral, una nominación que aún permanecería si la ciudadanía no lo impide; por su parte, Medina Azahara, hoy en plena competición por el título de Patrimonio de la Humanidad, sigue rodeada de unas parcelaciones que dañan su valor paisajístico, espera la apertura del Salón Rico, aumentar su personal y fortalecer su pata más importante, la investigación.

Y hay más. El alminar del Colegio de las Esclavas, el único que queda en pie de la antigua Medina de Qurtuba, se cae sin que a nadie le importe; el (estupendo) proyecto de parque arqueológico sobre el antiguo alcázar andalusí, en el Campo de los Santos Mártires, se duerme esperando la firma de un convenio; y cualquier idea de dotar a la ciudad con un centro de interpretación de Al-Andalus se ve como la más descabellada del mundo.

Por último, invito a comprobar cuántas tesis doctorales se han leído en los últimos años en Córdoba sobre el mundo visigodo y cuántas sobre la época andalusí. Así que si esto no es islamofobia retroactiva hacia nuestra memoria o ganas de diluir una parte del pasado, que venga cualquiera de los dioses a los que se ha adorado en esta ciudad y lo vea.

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