Si usted o yo acudimos a la Mezquita de Córdoba acompañando a un forastero -ese término que ha vuelto a poner de moda el inclasificable anuncio radiofónico de la Caja Rural- nos darán, como saben, dos entradas con una bienvenida a “esta Santa Iglesia Catedral”. Si el forastero quiere un ticket o factura de los ocho eurazos que ha pagado por visitar el templo más insólito de occidente, le darán un justificante de grupo porque lo que se le paga a la iglesia, titular del edificio, es un “donativo”. ¿Y si el visitante quiere desgravar el IVA? Nada de nada. El coste no tiene IVA, claro. Pero el Cabildo sí que posee un C.I.F (código de identificación fiscal) tan legal como inmoral, fruto de los progresistas acuerdos entre nuestro Estado y la Santa Sede.
Llega a mis oídos que una empresa filial de Aldeasa, Palacios y Museos S.L, gestiona la taquilla de la Mezquita de Córdoba. Llamo a su sede para verificar el dato y la respuesta es que no. A los cinco minutos...