Jacinto vive en El Quiñón. Otro de esos espacios míticos y alternativos de la historia reciente de la ciudad, ahora reconvertido en una pequeña comunidad. En ella conviven de forma cercana hombres, mujeres, niños, gatos y perros entre un vergel de huertos y árboles, más actividades como yoga y meditación. La antigua sala de Tai-chi del centro alternativo es hoy el hogar y el taller de uno de los más interesantes artistas de la ciudad, Jacinto Lara (Fernán Núñez, 1953).
En el porche, junto al jazmín y la buganvilla, cuelga una señal con la leyenda “centro ciudad” que apunta hacia el cielo. Dentro, al entrar a su taller, se traspasa una puerta blanca llena de letras negras: “En esta casa somos reales, cometemos errores, decimos lo siento, damos segundas oportunidades, lo pasamos bien, damos abrazos, nos disculpamos, hacemos ruido, tenemos paciencia, nos queremos”. La información precisa para quien traspasa el umbral de que entra en casa de buena familia.