blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Unesco

La ciudadanía y sus políticos, en vez de proteger este símbolo de interculturalidad y pedir su titularidad y gestión pública, lleva años permitiendo esta apropiación jurídica, histórica, simbólica y económica del edificio

Este año no escribiré una carta a Los Reyes Magos. En su lugar se la enviaré a sus Majestades de la Unesco, para pedirle a sus técnicos que sean benévolos y que exijan buenas prácticas en el gran símbolo de esta ciudad, la Mezquita-Catedral. En el 2014 se cumplirán 30 años de la declaración del templo como Patrimonio de la Humanidad y, como cada diez años, la Organización de las Naciones Unidas revisará el expediente de declaración de la Mezquita para comprobar que todo está en orden. Pero desde el 2006 todo es desorden.

El edificio, según sus folletos y entradas, ha cambiado de nombre, y ahora se llama La Catedral de Córdoba. Su fase andalusí ha quedado reducida a intervención islámica y, tal vez por eso, se ha construido un cuarto de baño para visitantes en un extremo de la quibla el muro sagrado de las mezquitas donde se abre el nicho del mihrab junto a la capilla gongorina. A ello se suma un espectáculo nocturno que en vez de ser un producto cultural es un producto catequista que utiliza la voz de Gandalf para salvar almas, y cada vez aparecen nuevas esculturas de santos y de mayor tamaño bajo los arcos, el último San Juan de Ávila en la zona de la maqsura. Pero nada de eso es lo más grave. Lo peor es que la iglesia inscribió a su nombre el edificio en el Registro de la Propiedad en el 2006 alegando el simbolismo de su conquista ¡en el siglo XIII! para explicar dicha inmatriculación. Justo en el año en que saltó el escándalo de las vigas subastadas en Londres.

La ciudadanía y sus políticos, en vez de proteger este símbolo de interculturalidad y pedir su titularidad y gestión pública, lleva años permitiendo esta apropiación jurídica, histórica, simbólica y económica del edificio, que será propiedad definitiva de la iglesia por prescripción en el 2016 si nada ni nadie lo impide. En lo que sí se pone energía es en pedir que desaparezca la celosía de Rafael de la Hoz, única intervención contemporánea en el edificio, para que puedan entrar los pasos en Semana Santa. En resumen, que se lo estamos poniendo muy difícil a la Unesco para calificar que progresamos adecuadamente. Otro orgullo del presente.

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