¿Cómo se puede actualizar el pasado? Pues muy bien o muy mal. Sirvan dos ejemplos. Los dos principales símbolos de la ciudad se han modernizado recientemente. Uno ha mirado al mundo, al talento y a lo nuevo para relatar lo antiguo. El otro ha recurrido a los rayos láser para envolver de contemporaneidad turística un fondo digno de la época del Santo Oficio.
Ustedes mismos pueden comprobarlo. De día, en la musealización que de Medina Azahara alberga su centro de recepción como previa al paseo por el conjunto arqueológico. Verán los capiteles y los atauriques con otros ojos. Tras descansar y 18 eurazos mediante, pueden dirigir sus pasos al espectáculo nocturno de la Mezquita y así completar el experimento. También la verán con otros ojos. Después, les invito a pensar por mucho que esta actividad ya no esté de moda. En la actualización de Medina Azahara se tienden puentes entre la arquitectura, el paisaje y la arqueología. Todo un símbolo de la convivencia entre culturas de la que esta ciudad es reflejo lo creamos o no. Por ello ha merecido el prestigioso premio Aga Khan y más recientemente el Piranesi de Roma.
En la nocturnidad de la Mezquita se nos ofrece una catequesis pueril, eso sí, con auriculares inalámbricos e iluminación teatral. Una instrucción que niega armonía alguna entre civilizaciones. Una negación que construye toda una invención de la historia. Por el lugar donde vivo veo turistas a diario. Por sus caras, actitudes y preguntas me atrevo a decir que la pauta de su búsqueda en esta ciudad es cultura, cultura y cultura con niveles altos de calidad. Por tanto, no puedo entender cómo han dejado hacer en la Mezquita un producto que no es cultural por muy hermoso que sea el templo de noche. Un producto que avergüenza nuestra historia.
En la nocturnidad de la Mezquita se nos ofrece una catequesis pueril, eso sí, con auriculares inalámbricos e iluminación teatral. Una instrucción que niega armonía alguna entre civilizaciones. Una negación que construye toda una invención de la historia. Por el lugar donde vivo veo turistas a diario. Por sus caras, actitudes y preguntas me atrevo a decir que la pauta de su búsqueda en esta ciudad es cultura, cultura y cultura con niveles altos de calidad. Por tanto, no puedo entender cómo han dejado hacer en la Mezquita un producto que no es cultural por muy hermoso que sea el templo de noche. Un producto que avergüenza nuestra historia.