blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Crónica de una visita (guiada) al Patrimonio Contemporáneo

ExpoArte3

El comisario, Ángel Luis Pérez Villén, explica una escultura sin título de Juan Serrano con el artista al fondo| MADERO CUBERO

Los Amigos de Medina Azahara organizan una visita a la muestra60 años de Arte Contemporáneo en Córdoba guiada por su comisario, Ángel Luis Pérez Villén| El resultado, seis décadas de modernidad que sumar al patrimonio artístico de la ciudad

Hasta el momento el testigo del arte contemporáneo en la historiografía local se situaba en torno a 1957 –año de fundación de Equipo 57-, pero una exposición de las denominadas magnas, montada en cinco salas de la ciudad hasta el próximo 15 de febrero, ha venido a adelantar esa fecha hasta 1953, año en que el pintor Antonio Povedano y el arquitecto Rafael de La Hoz programaron la primera exposición con el título de “Arte Contemporáneo” en el Círculo de la Amistad. 60 años después, una amplia exposición reúne a 119 autores y 229 obras para exclamarle a la ciudad que también existe un patrimonio artístico de nuestro tiempo, que cuenta nuestra realidad con un lenguaje contemporáneo y que posee más de medio siglo de trayectoria histórica en la ciudad.

Escrache a Góngora

Góngora y sus vecinos de la Córdoba de finales del XVI lograron anoche, y  por sorpresa,  romper la cuarta pared en la presentación de Todo es de oídas, el  libro de Amelia de Paz que narra con rigurosa fidelidad documental un proceso inquisitorial contra un inquisidor

El inquisidor Jiménez de Reinoso interrumpió anoche a la gongorista Amelia de Paz mientras presentaba en Córdoba Todo es de oídas (Renacimiento, 2014). El miembro del Santo Oficio llevaba camiseta heavy-metal y peluca, y tras él, aparecieron de entre el público que acudió a la Casa Góngora , un historiador, el inquisidor de Sevilla, una criada morisca, un caballero cordobés o la amancebada de Reinoso, María de Lara. Inesperadamente, los personajes del libro de De Paz, protagonistas reales del proceso contra el inquisidor Reinoso que transcribe el libro, cobraron vida y dieron la vuelta a la presentación. Un escrache teatral con lenguaje del Siglo de Oro del que tuvieron la culpa alumnos y exalumnos de la autora, aficionados al teatro, del instituto madrileño donde enseña literatura.
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