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Margarita R. Schrader: “La ciudad tiene siempre a los gobernantes que se merece”

Con Margarita lo mejor ocurre con la grabadora apagada. Y no es cobardía ni sometimiento el callar sus opiniones o tantas anécdotas jugosas como conoce, si no honradez. Sus ojos y oídos han visto y escuchado mucho durante los 22 años que ha ejercido como jefa de Protocolo y Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Córdoba -durante los que ha trabajado con Anguita, Trigo, Pérez, Merino y Aguilar como alcaldes-, y para alguien con un sentido tan alto de la dignidad, aunque también de la indignación, el deber de la profesión sigue intacto por mucho que lleve siete años jubilada.

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PIEDRAS


Que no haya dinero ni para las piedras lo entendemos. Pero aquí resulta difícil de comprender que sigamos obsesionados con inexistentes edificios del porvenir mientras se cae a pedazos nuestra historia arquitectónica y arqueológica. Dice poco y malo de la cultura cordobesa actual que hayamos olvidado inmuebles por los que pasamos a menudo y cuyas ruinosas piedras relatan nuestra historia. Construcciones por las que otras ciudades matarían para adecuarlas a usos contemporáneos. En el casco histórico tenemos un caso incontestable por simbólico: Santa Clara.
En el centro de la calle Rey Heredia se halla este edificio que guarda la historia de la ciudad tras sus muros heridos y por el que pasan al día cientos de turistas. Fue iglesia tardo-romana en el siglo VI,  mezquita en la época califal y convento mudéjar en el XIV, el primero femenino de la ciudad. Un espacio complejo por su mixtura, laberinto de incógnitas y detalles. Como muestra un maravilloso artesonado del siglo XVI instalado en el  XVIII en su coro alto, cuya procedencia es un misterio. Los expertos aseguran que este edificio posee la estratigrafía histórica más profunda de Córdoba y por eso Santa Clara iba a ser destinado a Museo de la Ciudad. Que levante la mano quien haya vuelto a saber sobre tan razonable proyecto.
Olvidos como el de este edificio llenan a Córdoba de sombras. La convierten en un recuerdo de lo que fue. El abandono de Santa Clara no sólo es físico, sino que también ha afectado a su estudio, al prevalecer su historia cristiana sobre las demás, que de eso aquí sabemos un rato. Tanto, que el alcalde Julio Anguita entregó las llaves del convento en 1981 a la comunidad musulmana para que usase el edificio. Aquello lo enfrentó con el Obispo Infantes Florido, quien le hizo escribir aquella frase histórica de “yo soy su alcalde pero usted no es mi obispo”. Ya ven si dejásemos hablar a las piedras. Por ahora, a éstas solo las escuchan los gatos, las ratas y las raíces de higuera que habitan en Santa Clara.

¿TURISMO CRISTIANO?


























Hay un dato que me da que no es como nos cuentan: Uno de cada cuatro turistas que visita Andalucía lo hace por motivos religiosos. Si es así, cuándo una neoyorquina me pregunta si merece la pena visitar la iglesia de San Lorenzo, ¿significa que quiere ir a misa? O si un señor con barba y habla argentina me aborda en la Puerta de Almodóvar pidiendo que le indique dónde está la Sinagoga, ¿debo entender que busca a un rabino? Entonces, los que se dirigen a la Mezquita a secas, ¿quieren postrarse ante el mihrab? Hoy termina Fitur, una feria a la que Córdoba ha llevado su oferta en turismo cultural, religioso, familiar y gastronómico. Y yo entiendo todo menos lo religioso.


Parece que nuestro Ayuntamiento ve muchas posibilidades en captar la atención del turista que viaja en familia y el que lo hace con un trasfondo religioso. Pero aquí hay que tirar de hemeroteca y recordar que el gobierno popular no ha inventado nada. Se les adelantó la católica Rosa Aguilar, en enero de 2009 y en su último Fitur como alcaldesa, intentando atraer a familias unidas, o no, de forma religiosa a Córdoba. La diferencia entonces era que se incluía el término intercultural en el diseño de la proyección turística. No quedaba otra siendo esa la seña de identidad del ‘dossier’ que Córdoba redactaba para ser Capital Cultural de Europa. Pero una vez roto el sueño europeo, la idea de convertir a la ciudad en escenario de un diálogo entre civilizaciones se ha dinamitado desde la base. Volviendo a la esencia cristiana.

Al final va a llevar razón Julio Anguita cuando afirma que estamos asistiendo a un ‘revival’ católico “de lo peorcito de la historia de España”. Pero en realidad, es algo que no pasa de lo superficial por muchas procesiones que haya habido en nuestro pabellón de la feria. En lo turístico y en Córdoba, sigue tirando más El Churrasco que la imagen de Jesús de Calvario.


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