En el fondo, Córdoba es una ciudad feliz. De las que te sigue sorprendiendo y te da las gracias una y otra vez después de que la hayan pisoteado
Marta Jiménez@radiomarta
Ignoro de donde viene tanta fatalidad cordobesa. Pero me fascina. ¿De un sentido de la dignidad mal entendido? ¿Será fruto de la bipolaridad que va del arrebato a la indolencia? ¿De la falta de acción? El colectivo Luneados lo clavó en su proyecto ‘Amo Córdoba/Odio Córdoba’: «Se puede amar una ciudad sin haberla visitado nunca. Pero para odiarla, tienes que haber vivido en ella». Amén. Tan enconado se ha puesto últimamente el asunto que una siente que ha de pedir perdón por meterse en laberintos hiperlocales en esta mansa algarabía. Ni de lejos pienso hacerlo. Solo advertir que por ellos seguiré perdiéndome hasta el infinito durante este curso, eso sí, varios peldaños por debajo del amor y del odio. No ‘more’ dramas.