blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

BRISAS DE ORIENTE



























Parece que el fin del mundo tal y como lo conocemos anda cerca, así que comparto desde este rincón en blanco y negro una terapia en color. Se trata de callejear por la Judería y acabar en las mil y una noches. Busquen una casa mudéjar con una Casa Árabe dentro. Suban al primer patio y bajo el artesonado de su sala de exposiciones disfrutarán de casi un centenar de carteles y chapas publicitarias –de 1871 a 1964- que invitan a viajar por desiertos y ciudades soleadas del norte de África, con hombres con turbantes, mujeres exóticas, además de muchos arcos de la Mezquita. Una exposición que muestra una de las facetas menos conocidas del orientalismo romántico, la publicitaria. Y que se debe visitar no sólo por lo estético y nostálgico que posee, sino también por lo político y social que encierra.

Guardan estos carteles ‘vintage’ la manera que tiene Occidente de mirar a Oriente. Vemos en sus coloristas dibujos los mecanismos de fabricación del “Otro”, que tan bien supo desmontar el profesor palestino Edward Said. Oriente nos ha venido definido y acotado desde siempre, por lo que resulta complicado tener una construcción propia y libre sobre...

LA CIUDAD DE TETE

El mundo al revés. Los titulares y mentideros sobre el acto del 28F en Córdoba no fueron a parar a ninguno de los medallistas distinguidos. Se los llevó la distinción que siempre posee una buena tormenta política que tuvo lo que hay que tener. Un discurso electoral y una actitud también airadamente electoral de la parte ofendida. Como no hay nada peor que estar en campaña, aquello se convirtió en un desplante arrogante para los verdaderos protagonistas de dicho día. Menos mal que cada cual barre hacia su subjetividad, y la mía estaba el viernes en el arte y la vanguardia, en quienes siguen apostando por la calidad y el riesgo: Kisko García y Tete Álvarez.
Como del cocinero con estrella ya se ocupó esta columna, permítanme centrarme hoy en el artista visual. Tete, como Kisko, es un hombre humilde y con la cabeza en su sitio. Transita desde los años 90 por la fotografía, el net-art y las instalaciones con Córdoba como campo de operaciones pero sin Córdoba en su proyección. Ha expuesto en importantes galerías de Madrid, Barcelona y Sevilla, además del CAAC, la feria Arco o Paris Photo, pero sólo en una galería cordobesa, Arte 21. El miércoles cerrará sus ‘Topografías’ en este espacio que, como el resto de su sector, veremos cuánto sobrevive.
En una de las series fotográficas de esta muestra vemos ‘collages’ formados por diferentes tramas urbanas, con mapas superpuestos de épocas distintas conformando una especie de tapiz. Una metáfora de cómo un sitio puede ser muchos a la vez. Igual que Córdoba. Una ciudad en donde espacios-hito del arte contemporáneo durante dos décadas lo son ahora de los Tesoros Marianos. Los pesimistas creerán que la Medalla a Tete simboliza el fin de una época, pero simplemente es que se ha superpuesto otro mapa sobre la ciudad. Y la vida es cíclica. Y a la ciudad se la conoce como a las personas, en el andar.

LA MUJER ENCENDIDA
























El mundo es raro. Ha dado grandes milagros artísticos y muy pocos protagonizados por mujeres. Córdoba también es rara. De entre esos milagros, vio nacer a una directora de cine, la primera que se graduó como tal en España. Una dama tras la cámara que encontró su sitio en un mundo de hombres en el que, aún hoy, el 93% de los que hacen películas son directores. Josefina tiene uno de esos apellidos que nos gustaría lucir a cualquier ciudadana: el de pionera. En la Córdoba gris de los años sesenta dijo “mamá, quiero ser cineasta” y no la entendieron. Pero no le dio miedo ser guerrera en una época difícil para la batalla. Por tantas victorias, hoy lucirá un Goya de Honor tan cabezón como la actitud que ha mostrado a lo largo de su carrera.

Josefina Molina es una todoterreno que logró que Kafka, Ibsen, Lope de Vega o Dostoievsky se colaran en los salones de casa a través de los “Estudio 1” que dirigió en televisión.  Se enamoró del cine en el Góngora, con una película de Renoir y desde entonces, lo andaluz y lo universal han convivido en una carrera que ha mirado por el objetivo de su cámara a Averroes, Teresa de Jesús, Esquilache y, por poco, a Castilla del Pino. Lo injusto es que sea fácil que un hombre de 75 años pueda seguir haciendo cine, o lo que desee, y que una mujer no encuentre el apoyo financiero.

Por eso lo que más admiro en ella es la constante lucha por la libertad de las mujeres para tomar su camino. Desde su soledad de precursora, ha sabido entender que existe una mirada femenina, complementaria para descifrar al ser humano. “Los hombres no nos entienden cuando hablamos desde nuestro interior y nos apartan”, dice la directora, que aún lucha contra los corrosivos modelos de mujer de nuestro cine que nos llevan al  retroceso y a la sumisión. Así que por ser un espejo para la nueva generación, por su trabajada buena estrella y por su elegante humildad aplaudiré emocionada esta noche desde mi sofá a Josefina Molina. Y brindaré para que se sigan encendiendo mujeres como ella.


LA PÉRGOLA CREATIVA






















Existe un dato espectacular en la carrera de Córdoba hacia su sueño cultural europeo que pasó demasiado desapercibido. La cifra de empresas culturales creció en la ciudad un 30% entre 2008 y 2010. Concretamente y según los datos registrados en el Ayuntamiento, las firmas relacionadas con la cultura en Córdoba superaban las 400 en septiembre de 2010. Con semejante número creo que no hay más preguntas, señoría.

Que Europa no nos haya dado un sello con su marchamo cultural ni tampoco una financiación para ello, no resta ningún mérito ni al espectacular dato ni a nuestras capacidades. Vale, con esta tendencia iríamos de camino hacia una auténtica industria cultural en Córdoba y un jurado la truncó pero, ¿por qué perder  toda esa energía?

Me temo que no es sólo una cuestión de dinero. La actitud y la fe en el asunto son aún más importantes. Y ahí va un ejemplo. Dos empresas cordobesas llevan ocho meses esperando que se resuelva un concurso convocado por la Gerencia de Urbanismo en el que quedaron como único finalista para dotar de contenido a la Pérgola del Paseo de  la Victoria. El plan es convertirla en un Espacio Creativo Independiente que ofrezca zona de oficinas y reunión para emprendedores creativos -ambos adjetivos son lo mismo y se aplican a cualquier disciplina, también a las alejadas de las artes-. Un espacio de ‘co-working’ que aplaudiríamos si viésemos en el Soho neoyorquino o en el berlinés Prenzlauer Berg, pero que aquí algunos no saben ni quieren ver.

Una actitud tan poco creativa de quien nos dirige sólo tiene una explicación: el miedo. De no querer hacer peligrar el hundido tinglado de esta ciudad y sólo cambiar las cosas para que nada cambie. Es como si la economía y la ciudad creativa que encierra el proyecto de la Pérgola amenazara el rancio ‘statu quo’ de la ciudad. Desde luego que la respuesta no está en la ‘sacrosanta’ tradición, y aun menos ahora. Pero no se enteran.