Sonaba raro por el descompás. Cuando cayó la primavera intuimos que con ella caería la Noche Blanca del Flamenco, cita de la que nadie decía esta boca es mía. Normal: no había un euro. Pero de repente, llega el anuncio: Kiko Veneno, Duquende, Tomatito, Estrella Morente y muchos más. Ole. Flamencos de altura en el firmamento de una gran noche al raso y al compás, cuya edición 2012 enlaza con la primera que acogió la ciudad -en junio del 2008- por su homenaje a Camarón.
UN BAÑISTA
El hombre río se mecía tranquilamente flotando sobre las aguas del Guadalquivir. El bañista –la nueva escultura espontánea de Miraflores, ese lugar- es su antítesis: está en tensión, activado y pillado justo en el momento de lanzarse al agua, sin importarle si el río lleva mucha o poca. Ambas acciones artísticas son la metáfora de una ciudad en dos tiempos. Las dos esculturas conforman la repuesta del arte callejero a la parte más institucional y alejada de la realidad de esta ciudad. La que prefiere coronar vírgenes y entregar trofeos de dominó (ambos actos en la agenda de los políticos este fin de semana), antes que pisar el suelo real de 2012.
EL LABERINTO
LA PLAZA DEL PUEBLO
La invitación es a tomar la plaza. Eso que da tanto miedo ahora depende de para qué. Si a uno le van las cruces o es caracolero puede estar tranquilo porque quedará libre de sospecha. Pero si lo que le apetece es activar las neuronas y el arte cantando, danzando, recitando o haciendo una performance se la jugará ahogado en permisos, tasas municipales y requisitos inverosímiles. Pero aun existe quien domina al miedo con inteligencia cultural, entre ellos la plataforma ciudadana ‘Emplazarte’. Un grupo de personas que se hacen humanas en las esquinas reclamando cultura desde la base y la libertad. Ellos son la calle. Ellos son la resistencia a la nada.